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miércoles, 5 de abril de 2023

Ellos pidieron a Barrabás

El gobernador romano de Judea, Poncio Pilato, no encontraba cargos contra Jesús. A la verdad los que frisaban los límites de la sedición con aquel alboroto eran los judíos de la ciudad, y la llamada pax romana era un asunto de primer orden en los intereses del imperio; así es que Pilato se inclina por un recurso que parecía pacificador; suponía negocio, perdón y gracia: soltar un preso a la voluntad de la muchedumbre. Así lo describe Mateo 27:15: «en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen». Agudo y sagaz como era, apeló a la fuerza del contraste: usaría a un tal Barrabás, malo a rabiar. Haría un contraste tan claro con Jesús, que la elección se haría obvia en Su favor.

¿Quién era Barrabás? Su persona es mencionada en los cuatro Evangelios. Mateo lo describe como un «preso famoso» (Mt. 27:16). Lucas, siempre más explícito, agrega que «había sido echado en la cárcel por sedición. . ., y por un homicidio» (Lc. 23:19). Marcos apoya la descripción, al afirmar que aquel se encontraba «preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta» (Mr. 15:7b). Juan, finalmente, agrega que «era ladrón» (Jn. 18:40).

Para Pilato la elección sería definitiva en favor de Jesús. Los judíos conocían que Pilato tenía la mano dura en asuntos de revueltas. En todos estaba fresca la memoria del día en que aquel gobernador arremetió contra los «galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos» (Lc. 13:1). Barrabás, con su sedición, ponía en peligro no solo su vida, sino la de toda la ciudad. Elegirían a Jesús y todo quedaría arreglado. «Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?» (Mt. 27:17). Cual no sería su sorpresa al escuchar a toda la multitud gritar: «¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!» (Lc. 23:18). «Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!» (Lc. 23: 20, 21).

Barrabás..., homicida, rebelde y ladrón, eso era. Fue la elección.

La escena se repetiría mil veces en la historia: Madalyn Murray O´Hair odiaba a Jesús y lo llevó con cargos federales hasta la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Impugnó contra Él los servicios cristianos semanales en la Casa Blanca. Atacó con todas sus fuerzas las oraciones y las lecturas bíblicas en las escuelas. Desafió la inclusión de la expresión In god we trust (En Dios confiamos) en los billetes estadounidenses. Se batió en todos los medios propagandísticos y legales para la supresión de la Navidad.

¿Quién era aquella Madalyn Murray O´Hair? Nació en Pittsburgh, Pensilvania, en 1919. Su padre era presbiteriano y su madre, luterana. Estudió Leyes, pero le era muy difícil mantener un empleo fijo por su carácter explosivo, agrio y desagradable. Estando casada con su primer esposo, comenzó una relación con otro hombre, de apellido Murray. De él adoptó el apellido y con él tuvo su primer hijo, William. Este era casado, y no quiso abandonar a su esposa, así es que ella vino a Baltimore, Maryland, en 1954, a la casa de su madre. Allí tuvo un segundo hijo, John, con otro hombre.

Pocas personas odiaron más a Jesús que ella. Con satánica terquedad fue de corte en corte y de apelación en apelación hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos. Allí se debía decidir. Una vez más: Cristo y Barrabás.

Es triste siquiera recordarlo: la Corte Suprema de Justicia del país cuyos fundamentos constitucionales, jurídicos y educacionales se colocaron en el Evangelio falló a favor de Barrabás. En 1960 fueron eliminadas de las escuelas de Maryland las oraciones matutinas y las lecturas bíblicas con que se presentaba cada jornada. La Corte Suprema endilgó tales cosas como inconstitucionales. Sintiendo que se le daba notoriedad, renombre y amplia cobertura televisiva, en 1963, Madalyn Murray fundó la Asociación Atea de los Estados Unidos. Sería su presidenta por treinta y dos años, hasta su muerte.

Los miembros de la Corte Suprema fungieron como aquel Pilato que decidió entre Cristo y Barrabás partiendo del bullicio de la gente. En Jerusalén el Señor Jesús fue entregado a la muerte; su sangre sería derramada en la cruenta cruz. Los judíos cerraron las puertas al Salvador, al Mesías, al Santo de Israel; y las abrieron al homicida, al violento, al miserable ladrón. La Ciudad Santa sería arrasada en el año 70 d. C. Un millón de judíos encontrarían la muerte allí. Ríos de sangre correrían por sus calles. Les seguiría en la historia la diáspora, la persecución, el holocausto...

En agosto de 1995, Madalyn Murray, su hijo menor, John, y su nieta Robin (hija de William), fueron ahorcados y descuartizados por David Waters, un miembro de esta asociación que, como Barrabás, robó. Los restos de ellos fueron hallados en 2001, en un rancho de Texas, el mismo Estado en que, por presión de Murray, se eliminó de la Constitución el creer en Dios como requisito para ocupar cargos de confianza pública. Cuánto de Madalyn Murray, cuánto de aquella supresión de las oraciones matutinas en que se invocaba la protección de Jesús en cada sesión, yace detrás de los crecientes e incontrolables tiroteos masivos en las escuelas, con la muerte siguiente de tantos niños inocentes; un día lo sabremos. Pero más allá de ella y con el peso de una culpa mayor, está la Corte Suprema de los Estados Unidos: ellos pidieron a Barrabás.

 

 

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Datos de Madalyn Murray O'Hair tomados de:

 

Redacción. BBC News. «Madalyn Murray O'Hair, la mujer atea “más odiada de EE.UU”. que sufrió un trágico final».

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46696926  Publicado: 27 de diciembre de 2018. Accedido: 5 de abril de 2023, 1:12 p. m.



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