"Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Gn. 2: 18). En aquella perfecta creación, donde Dios comprobó que todo era bueno "en gran manera" (Gn. 1: 31) un solo detalle necesitaba la acción adicional del Creador: era la soledad de Adán; no era buena.
La creación de la mujer coronó la perfección de aquella inmensa obra. A la par fue la creación más bella que trajera Dios a la vida sobre la tierra. Inspiraría las artes, el sentido de la familia y el amor mismo.
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