«El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor» (Pr. 17: 5a). Si escarnecer al pobre es una medida del escarnecimiento al Creador, ¡cuánto se escarnece al Rey del cielo en el día a día! Tribunales, plazas, calles, universidades, escuelas, trabajos… El mundo, el mundo entero es teatro del pandémico escarnecimiento. La culpa es pequeña y no visible si cae sobre el solvente contribuyente. Si esta es del pobre cuánto se visibiliza.
No saben que lo hacen a Aquel que lo creó todo, aun al pobre. Lo hacen a Aquel en cuyo nombre muchos creen actuar. Con la boca honran a Dios. Al afrentar al pobre lo escarnecen.
El ignorante y el escarnecedor se encuentran.
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