«Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio». Son las palabras de Filipenses 1: 12. Encierran el misterio de una gran verdad. Aun las violencias de la vida empujan el Evangelio. Pablo está en una cárcel. ¿Cómo desde allí el Evangelio es empujado? Es prerrogativa de Dios. Solo Él puede sacar bien del mal.
Con frecuencia la conversión a la fe de las personas ocurre en contextos de hondo sufrimiento, pérdidas, sinsabores, frustraciones y pesares. El desencanto del mundo que parecería tener un efecto solo destructivo a empujado a la construcción de la fe de millones de personas. De hecho, son pocos los que se convierten por amor, casi todo el mundo se convierte por dolor.
No lo dude, las peores pruebas empujan el Evangelio comenzando por la propia vida del que las sufre.
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