Líderes de niños, jóvenes, damas, caballeros; líderes de adoración, música, educación, escuela dominical; líderes de pastores, misiones. La Iglesia se llenó de líderes.
Por lo pública que resulta la posición y las remuneraciones que, a veces trae, muchos desean ser colocados allí. No es malo desearlo [«Si alguno anhela obispado, buena obra desea» (I Ti. 3: 1)]; solo que hay un problema, es algo parecido a lo que le sucede al médico: desde esa posición puedes sanar y puedes herir, aun matar…
Desde el liderazgo se puede hacer mucho daño. Si no lo crees acompáñame:
Fueron los discípulos los que pidieron a Jesús que despidiera a la cananea: «Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros» (Mt. 15: 23b). Ellos querían que aquella mujer desesperada dejara de seguir a Jesús.
Fueron los discípulos los que pidieron la destrucción de Samaria: «Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?» (Lc. 9: 54). Estaban pidiendo la muerte de un pueblo.
Fueron los discípulos los que reprendieron y trataron de apartar a los niños de Jesús: «Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron» (Lc. 18: 15). Ellos se molestaron en aquella jornada, cuando los niños vinieron a Cristo.
Fueron los discípulos los que pidieron a Jesús que despidiera a la multitud, a fin de que se fueran a buscar alimento lejos de Él, muy lejos de Él … «y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos» (Lc. 9.12b).
Eran líderes los que se levantaron contra Charles Finney. El prestigioso Lyman Beecher le comunicó por escrito al «campeón de los avivamientos de Norteamérica»: «…es cierto que se propone venir a Connecticut y dejar rastros de fuego hasta Boston. Pero si lo intenta, vive el Señor que me encontraré con usted en la frontera del Estado y llamaré a los artilleros para luchar por cada palmo del camino a dicha ciudad, y luego lo combatiré allí» (1).
Eran líderes aquellos a los que Juan Wesley reprochó, cuando les preguntó, públicamente, en los escasos cinco minutos en que le permitieron hablar: «¡¿Somos canales o estorbos?!».
¡Cuánto daño puede hacerse desde el liderazgo! Es una posición peligrosa, sujeta a demanda: «porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá» (Lc. 12: 48b).
Líder: ten cuidado con lo que haces desde tu liderazgo. El compromiso de Dios es con Su Palabra, no con el liderazgo.
Líder: ten cuidado con lo que haces desde tu liderazgo: «porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos» (Ec. 5: 8).
Líder: ten cuidado con lo que haces desde tu liderazgo.
Líder: ten cuidado.
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(1) Charles Finney: el hombre que originó un avivamiento que cambió el curos de la historia. Editorial Peniel, 2002, p. 69. (En el material usado no aparece registro del autor.)
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