Conocí al Dr. Rolando Suffos Cabrera a principios de la década de 1990. Visitaba el Templo de las Asambleas de Dios de Infanta y Santa Marta, en Centro Habana, Cuba, donde mi esposa y yo éramos maestros bíblicos. Los vínculos profesionales nos acercaron pronto. Él trabajaba en las consultas externas de alergia, del Hospital Pediátrico Pedro Borrás, en el Vedado habanero. Mi viejo Clínico Quirúrgico “Calixto García” estaba a unos quinientos metros de su sede, de modo que interactuábamos frecuentemente. Su cultura general se me hacía incomparable. Dominaba la historia de Cuba a la par de un profesional de los Archivos Nacionales. Componía música con soltura, leía vorazmente, redactaba con precisión y hablaba un inglés fluido. Tenía conexiones con personajes legendarios de La Habana y de la época republicana, como el otrora senador Segundo Curti Mesina, Ministro de Gobernación de Cuba (1940-1946) y Ministro de Defensa (1949-1950). Una tarde me llevó a conocerlo a su residencia de Miramar.
Como médico especialista y alergista de alta calificación, el Dr. Suffos era el profesional que todo el mundo hubiera quisiera tener cerca en la hora de la enfermedad; medido, tranquilo, paciente, reflexivo, se movía con igual erudición médica en los predios de la medicina interna y de otras especialidades clínicas. Era, en general, mi referente en asuntos de alergia para la atención de mi familia; fue médico de mi hija mayor, cuando tenía dos años. De mi parte, atendí a su padre, el Sr. Suffos, en mi sala de la UCIM. Disfrutamos con este último un gran anecdotario de la historiografía cubana inédita, grandemente refrescante. Finalmente, tuve que correr con el mismo Dr. Suffos en una oportunidad en que casi le perdemos: llegó grave a mi sala con su esposa, la Dra. Nancy. Con el mayor dinamismo posible tramitamos su atención de urgencia con la guardia de Cirugía. En medio de aquel drama me resultaba gracioso ver a mi amigo Suffos hablando en perfecto inglés con los médicos que le auxiliaban en el transporte. Tras aquel menudo susto y por la gracia de Dios, todo salió bien y pudimos seguir disfrutando de su vieja amistad.
Amante de la apologética cristiana, el Dr. Suffos fue uno de los baluartes de la fe para Cuba en la difícil década de 1990. De su autoría muchos leímos Medio siglo de lucha contra los demonios, publicada como una investigación de campo acerca del controversial tema de la guerra espiritual.
En este momento acumula una gran experiencia que une a sus nobles valores humanos y hacen de él un profesional altamente recomendable.
Puedan mi terruño cubano y las organizaciones de América Latina, Norteamérica y el mundo disfrutar de los servicios del que considero uno de los profesionales de la medicina más competentes que haya conocido: el Dr. Rolando Suffos Cabrera. Tiene toda mi recomendación y aval como médico y como ser humano.
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