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sábado, 28 de enero de 2023

Lo que aquella serpiente no dijo

"Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Gn. 3: 2-5).
Así tentó Satanás a Eva invitándola por engaño a comer. "Sabría el bien y el mal", eso dijo, y entendemos, desde dimensiones humanas, que fue así. Esa parte del mensaje parece cierta, al menos vista desde nuestra diminuta comprensión. Lo que la serpiente no trató con Eva fue el tema de las consecuencias que tendría saber ese bien y ese mal. Fue la verdad que faltó por decir: "ustedes no están preparados para manejar el mal. Solo Dios puede, en su infinita sabiduría, manejar el mal". Fue lo que no dijo aquel engañador. Se habría detenido el atractivo que, para Eva, tuvo aquel fruto prohibido.
Todo el que transgrede una ley de Dios sigue el mismo camino. El enemigo de las almas le seduce, presentándole los atractivos, mientras le vela las consecuencias que tal transgresión tendrá. 
Huya de la voz satánica que le llama al pecado. Sea fiel al llamado que Dios le hizo de apartarse de todo mal.  A la par que la "serpiente antigua" pone delante de usted las seducciones de este mundo, mire y estudie lo que Satanás no quiere que usted mire y estudie: las consecuencias.
 

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