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jueves, 18 de agosto de 2022

Osvaldo Prado González y Mivian Noemí Valdés Hidalgo. Dos vidas derramadas en el servicio pastoral


Eunice Prado Valdés, pensando en el llamamiento de sus padres, siente las palabras del profeta Isaías: “Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché” (Is. 41: 9).

 

Todo comenzó cuando, en 1946, Carlos Manuel Prado Fernández (padre) une su vida a la señorita Hilda Susana González Espinosa (madre) en el santo estado del matrimonio. Este tuvo lugar en la ciudad de Ciego de Ávila. Conocerán al Señor en las memorables campañas evangélicas de 1951, que sacudieron el centro y el oriente cubano. Serían fundadores de la Iglesia Central de Ciego de Ávila. A ellos se unirían Elio, Felito y Ventura González, cristianos fieles a Dios hasta su muerte. Ocho años después, al amanecer del 29 de febrero de 1956, nace Osvaldo Prado González. Bien pequeño fue presentado y consagrado al Señor en la Iglesia Evangélica Pentecostal «Voz de Júbilo», Asambleas de Dios de la ciudad de Ciego de Ávila.

Su hija, Eunice Prado Valdés, al término de sus funciones ministeriales, en sentido homenaje, dedica a sus padres palabras conmovidas:

 

Cada día ibas creciendo en estatura, en sabiduría y en gracia para con Dios y los hombres junto a tus dos hermanos, el primogénito Carlos Prado González y el benjamín de la casa, Omar Prado González. Pasó el tiempo y pasó, y llegaste a la adolescencia y llegó un momento en que te alejaste de la fe, pero fue por poco tiempo. Pronto te acercaste a Él, entregándole tu vida y corazón el 28 de agosto de 1972, en una Convección Nacional de Jóvenes donde al otro día fuiste ministrado, recibiendo el glorioso bautismo en el Espíritu Santo. Hubo fiesta en los cielos ese día. Dios vio en ti un siervo, una vasija útil a la que podía usar. Fuiste maestro, diácono, presidente presbiterial y local de los jóvenes; músico trompetista, diestro en el saxofón y el trombón. Todo esto fue la base para que llegaras a cumplir el llamado al ministerio. Al transcurrir los años Dios vio que ya estabas preparado e hizo que llegara a tu vida la ayuda idónea con la cual te complementarías y llevarías a cabo la obra, siendo aquel 20 de enero de 1984, en la Iglesia «Voz de Júbilo» el día que uniste tu vida a la señorita Mivian Noemí Valdés Hidalgo, en el santo estado del matrimonio. Allí Dios les bendijo.

Al pasar cinco años Dios habló a tu vida, cómo lo hizo con Abraham, al decirle: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Gn. 12: 1). Dios confirmó que salieras al ministerio del pastorado. Llegó el 23 de julio de 1990, y tomaste una decisión importante: dejar atrás comodidades, familia, trabajos, casa, para partir hacia el Paulino, un campo de Sagua de Tánamo, provincia de Holguín, junto a sus dos hijas Elizabeth, de tres años y Eunice de siete meses. En este lugar serrano, montañoso, sin corriente eléctrica ni agua sirvieron gozosos por dos años. Tiempos difíciles por enfermedades vinieron a casa, pero aun así la bendición y la provisión del cielo siempre estuvo con ustedes, teniendo un crecimiento de almas, cumpliéndose el propósito de Dios en sus vidas.

En 1992 pasan a pastorear la Iglesia de los Granadillos, otro campo a las afueras de Sagua de Tánamo. Allí continúan la obra de Dios fervientes, fieles sabiendo que son bienaventurados los que sirven al Rey de Reyes. Dios te usó como presbítero en ese tiempo bendiciendo a la Iglesia con almas y gran crecimiento económico. Allí oraron y desearon que se les concediera un hijo varón y en el tiempo y la voluntad del cielo Dios, Él lo hizo aquel 28 de septiembre de 1994. Le llamaron Osvaldo.

En 1996 el Señor los lleva a pastorear la iglesia Emanuel del municipio Nuevitas provincia de Camagüey, logrando unir al rebaño; eran ovejas descarriadas. Muchas vidas vinieron al Señor de modo que el pueblo creció y se fortaleció en la Palabra. Ocupas entonces el cargo de presbítero del presbiterio Camagüey Norte y vicesecretario del Distrito Centro. Dios los bendijo con el crecimiento de células y misiones que tiempo después pasaron a ser iglesias. Allí estuvieron nueve años. Posteriormente a los dos años fuiste llamado a la Iglesia El Cordero de Dios, en Palma Soriano, Santiago de Cuba el 27 de agosto de 2007, obra pionera del movimiento pentecostal cubano. Han sido quince años de ministerio en ese lugar. La unción del Santo les permitió soportar los difíciles momentos que atravesaron. Él les bendijo sobremanera. La mano de Dios obró en la conversión de almas, aperturas de células y misiones y en el área constructiva. Este fue un lugar de celebración de eventos distritales, de ministros y departamentos. En ese tiempo de pastoreado ocupaste el cargo de director del CED de Santiago de Cuba por seis años, de vicesecretario del Distrito y posteriormente secretario.

Han transcurrido treinta y dos años de ministerio pastoral. En ellos han sufrido como fieles soldados de Jesucristo, atravesando momentos de dolor, enfermedad, pérdida, pecado y rebeldía del pueblo de Dios; desanimo, amenazas, engaños; pero la presencia de Dios siempre ha estado con ustedes dándoles descanso, sosteniéndoles; y lo que les ha mantenido en pie ha sido el respaldo al llamado del cielo. Se han mantenido firmes, fieles y constantes sabiendo que no trabajan en vano. La recompensa que les espera es grande. Al final, ante tanta adversidad, quede la dicha de saberse usado en cada predicación y enseñanza:

Iglesias en crecimiento, activas en dones.

La sana doctrina.  

Han edificado para el bien de la Obra, reconstruyendo y levantando nuevas edificaciones.

Han fortalecido al débil y ayudado al necesitado.

Han encaminado a muchos siervos al ministerio pastoral.

El camino ha sido largo y en él han podido decir confiadamente: “Hasta aquí nos ayudó Jehová” (I Sa. 7: 12).

Dios les ha sostenido con su diestra de justicia. Con toda seguridad viene la hora en que oirán aquella voz que les dirá: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25: 21). 



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