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lunes, 15 de agosto de 2022

Bienaventurado el escritor que piensa en el lector

El modo que un escritor tiene de organizar las referencias dice mucho acerca de cuánto piensa en el lector. Un primer grupo ni siquiera se cuida de definir las referencias que usó. Parece como si fuera fuente primaria de sus descripciones históricas. Ellos escriben como si hubieran estado al lado del general Máximo Gómez cuando le presentaron a la capitana Adela Azcuy, o en las honras fúnebres del general Calixto García. Los tales son referencias en sí mismos y no respetan las fuentes de donde tomaron los datos. Por ese camino tampoco respetan a los lectores.

Un segundo grupo fija en el libro sus referencias, pero colocan estas tan escondidas, al final, que cuesta encontrar de dónde salió la información, ni siquiera las paginan.

Un tercer grupo cita las referencias, pero tras los Ibíd y los Op Cit (1), que se prolongan inacabablemente, usted, como lector, sufre indeciblemente retrocediendo veinte y treinta páginas tratando de reencontrarse con la página en que hizo en la nota al pie la descripción de la fuente de donde tomaron los datos.

Un cuarto grupo cita con claridad las fuentes, y lo hace como notas al pie, es decir, en la misma página para, como sugiere C. G. Jung en Psicología y Religión, evitar al lector práctico «la molesta tarea de hojear» (2). Una variante favorable de este cuarto grupo es el de aquellos que cuando llevan dos o tres páginas citando la misma fuente, con el Ibíd al pie de la página, repiten entonces los datos de la fuente otra vez, para evitar que el lector deba de perder mucho tiempo retrocediendo muchas páginas, perdido entre fuentes.

Un escritor que no cita con claridad las fuentes que usó no es un escritor, es un pobre escritor.

Los primeros tres grupos descritos lo forman escritores que pensaron en su comodidad y en el apego estricto a formalidades académicas y no en el lector. El cuarto grupo lo forman escritores que pensaron en el lector.

 

 

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(1) Op. Cit., es la abreviación del latín Opere citato que significa: “en la obra citada”. Ibíd, es la abreviación de ibidem (o ibídem), latinismo que significa: “en el mismo lugar”.

(2) Jung, Carl Gustav. Prólogo a Psicología y Religión. Buenos Aires: Editorial Paidos, 1949.



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