Se hizo llamar Herodes el Grande. En él estuvo uno de más desalmados seres que haya existido. Si algunas vez amó a alguien pudo ser a su esposa Marianne. Muchos aseguran que así fue. Ella fue su primer, grande y único amor, y a nadie más amó en este mundo. Sus canallas y edulcorantes merodeadores, salteadores del poder, buscadores de credibilidad y favor, le hicieron creer que ella lo traicionaba. Él lo creyó, y la mandó a matar. Nunca más fue la misma persona. Nunca más amó a alguien. Odió para siempre al mundo entero, tal vez también a sí mismo.
Matará a sus hijos: Antípater, Alejandro y Aristóbulo. Ordenará la muerte de los niños menores de dos años nacidos en Belén y sus alrededores en el contexto del nacimiento de Jesús (Mt. 2: 16). Asesinó a todo el que le hizo sombra en su reino. Irremediablemente enfermo, ordenó a su hermana Salomé que, tras su muerte, se liquidara a flechazos a los trescientos nobles más importantes del país, previamente encerrados en el anfiteatro de Jericó. Convencido de que nadie le lloraría, quería asegurar el luto de la ciudad tras su muerte. Algunos se ocuparon de que la siniestra orden no se cumpliera (1).
Todo tiene su historia. También la tuvo el odio de Herodes. Comenzó con la muerte de la única persona que amó: Marianne.
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(1) Redacción. Historia. National Geographic. “Herodes el Grande, el rey que escandalizó a los judíos”. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/herodes-grande-rey-que-escandalizo-a-judios_6311 Publicado: 25 de julio de 2012. Accedido: 31 de diciembre de 2020, 11: 40 p. m.
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