Maestro, es el más desestimado de los ministerios, y el eje sobre el que gira el equilibrio de todos los demás. Es de tanta importancia como cualquiera de los otros. Aparece en la lista de Efesios 4: 11: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”.
Algunos, como son maestros, creen no necesitar el accionar de ese ministerio desde una fuente externa. Es un craso error. También los maestros necesitan maestros. De hecho, casi todos los pastores tienen en su equipamiento ministerial un componente magisterial, pero usted coincidirá conmigo en que si alguien necesita tener cerca un maestro es un pastor.
Deslumbrados por sus éxitos ministeriales otros creen poder prescindir de tal ministerio. William Branham fue uno de los pioneros del movimiento pentecostal. Sus dones de sanidades y revelaciones eran incomparables. Mientras tuvo a su lado a aquel maestro bíblico que fue Gordon Lindsay, Branham fue una bendición. Se conocieron en 1947. Cuatro años después, mientras florecía aquel mover evangelístico, las contradicciones propias de la interacción ministerial hicieron mella visible, y con ello irrumpió una lamentable fisión. Muchos creen que esto marca el momento de inicio de las serias desviaciones doctrinales de Branham que le definen en la historia como un total hereje. Robert Liardon lo describe como nadie:
Gordon Lindsay fue una de las cosas más importantes que le sucedió al ministerio de Branham. Lindsay tenía la Palabra y Branham tenía el don. Lindsay también tenía la capacidad organizativa que podía multiplicar el ministerio y el don de Branham. Obviamente, eran un equipo ministerial armado en los cielos.
Pero Branham se negó a reconocer el valor de Lindsay. Por el contrario, l0 acusó, lo culpó, y hasta cierto punto, lo abandonó. Creo firmemente que el Señor había ordenado a Lindsay que ayudara a Branham porque este no podía ayudarse a sí mismo. Por lo tanto, creo que separarse de Lindsay fue un gran error de Branham, y la causa por la cual este cayó luego en serios errores doctrinales (1).
Pronto Branham se vio rodeado de un hato de aprovechadores que aplaudían cuanto hacía y decía. Ellos le alentaron por erróneos caminos acerca de sus extrañas visiones. Había desaparecido aquel discernimiento bíblico del maestro que Dios colocó a su lado en la persona de Lindsay, y aquellos incompetentes de quienes se hizo rodear reforzaron en él la ilusión de creer ser el nuevo Elías, el precursor de la venida de Cristo, y la cabeza de la iglesia de la séptima era. El resto…, el resto es historia esperada; morirá finalmente en un penoso accidente aquel que fue, en su momento, el ministerio evangelístico más poderoso de su tiempo.
Nadie puede prescindir del ministerio de maestro. Si no fuera necesario no estaría en la Biblia. Independientemente de lo realizado y seguro que te sientas, ministerialmente hablando, cerciórate de tener siempre, cerca de ti, al maestro.
__________
(1) Robert Liardon. Los Generales de Dios. Tomo I, pp. 385, 392, 393.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.