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sábado, 19 de marzo de 2022

Nada más difícil en este mundo...

Aunque nada sea más difícil en este mundo, hacer el bien es un deber bíblico. A la verdad siguen experiencias amargas tras el esfuerzo de bendecir. Dar supone privaciones, porque los que suelen hacerlo apenas tienen para vivir, sin embargo, pese al mérito que supone tan noble empeño, dar, con frecuencia, es contexto para experimentar las menos gratificantes respuestas. Algunos se sienten humillados cuando se les ofrenda: la cifra fue pequeña... Un mendigo norteamericano en Abilene, protestó el quarter que le di. Sobre el plato que tenía delante, para el depósito de limosnas, había más dinero que el que yo tenía... 
Otros se sienten humillados; darles los aboca a una experiencia de menoscabo. No tienen nada, pero valen más que lo que se les dio
Suelen ser personas muy pobres de almas las que miran con menosprecio al que siente bendecirles con algo que no tienen. A veces tales cosas se alejan, por su contenido, del dinero, o de las cosas estrictamente materiales. Hace años escribí algunos párrafos de reconocimiento y amor acerca de un hermano en la fe. Nada me obligaba a hacerlo, pero así lo sentí. En agosto de 2014, al norte de la Florida, lo encontré, casualmente; le comenté aquella experiencia, agradable en el recuerdo para mí, y él me contestó: "Si eso es todo lo que tienen que decir de mí...". Toda la vida fue un segundón que nunca supo trabajar en equipo. Fui médico de su familia. "Si eso es todo lo que tienen que decir de mí". Qué palabras tan vacías...
Nada más difícil en este mundo que hacer el bien. Envié dinero a alguien cercano, una persona con hambre y frío. Él lo entregó a  su nieta; esta la llevó a un altar pagano. Allí hicieron un conjuro satánico; pidieron mi ruina, y la transferencia de riqueza a ellos. Y pensaron que nunca lo sabría.
El Centro de Contrainteligencia del Ministerio del Interior de Cuba recibió por años informes periódicos de mí. Venían mis cercanos, me pedían un consejo bíblico, un tratado, algún material impreso. Gastaba mi pobre tiempo. Las más de las veces sin desayunar ni almorzar invertía en ellos mis pocas fuerzas, para abrirles el camino de la salvación y la vida eterna, que ya estaba abierto para mí. Ellos esperaban pacientemente a que terminara; tomaban lo que les había dado, redactaban un informe, e iban, y lo entregaban. G.D., lo hacía los jueves. Luego dormían, con limpia consciencia. Al día siguiente comenzaba una nueva jornada en que venían, y me sonreían. Y creyeron que nunca lo sabría...
Los asaltantes se disfrazan de personas accidentadas; cuando un buen samaritano, movido a misericordia se acerca para ayudarlos..., ya conoce la historia; es una versión torcida del relato bíblico, porque aquí el asaltado no es el que se alejaba de Jerusalén por el desolado Camino Rojo de Horton, sino el que usó de misericordia.
Cuando alguien muere se encienden las redes desde cuentas falsas, pidiendo dinero en favor del que murió. Mil veces me he preguntado cómo pueden. Algunos buenos corazones son engañados siempre, entendiendo que están haciendo el bien.
Mi hermano en la fe, M.R., era ciego. Vender algunos artículos le hacía sentir útil a la familia y a la sociedad. Tuvo que dejar de hacerlo, porque las personas le pagaban con un tipo de moneda, y le decían que era de un valor superior, y le exigían vueltos, vueltos que eran superiores al valor de la moneda que le dieron. Quisiera decir que fue un hecho aislado, pero no lo fue. No es verdad que los ciegos sepan el valor de un billete por la temperatura de su superficie. No es verdad. Muchos lo saben.
Tienen dificultades las iglesias que trabajan en los suburbios de Latinoamérica y la India. Los programas de cirugías para niños deformados y los planes para la solución de cegueras infantiles suelen ser apedreados. Los familiares de los pequeños los prefieren minusválidos, para que puedan pedir limosna.
Sí, que es difícil hacer el bien. Nada más complejo en este mundo, pero es una orden bíblica. Hoy tropezaba con ella mientras impartía una conferencia en un Instituto Bíblico. Me llegó en la clase el eco sonoro de Gálatas 6: 10: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe".
Nos ayude el Señor. Conspiran las tinieblas en innoble alianza con el mundo para que no hagamos el bien, pero es un deber. Nos ayude la inmensa gracia y la santa sabiduría de Dios en Cristo Jesús.


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