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lunes, 28 de marzo de 2022

Josué Valdivia Yanes, con el Señor


Temprano se nos adelanta, en el Señor, nuestro inolvidable hermano, Josué Valdivia Yanes. Vino como bendición a la vida el 29 agosto de 1976. Creció con sus tres hermanos como hijo menor de los Pastores Dagoberto Valdivia y Élsida Yanes. Su infancia quedó trazada en las memorias del Rev. Moisés Pupo Domínguez, que cuenta:

 

Recuerdo haber visto a un niño llegar a la iglesia que pastoreaba mi papá [Rev. Antonio Pupo] en La Habana [Iglesia de Jesucristo libre en El Rosario]. Claro está, junto al resto de la familia, su mamá y sus hermanos. Era el más pequeño. Como es normal de todos los niños era juguetón, travieso, y quería estar con los más grandes. Entre estos más grandes se encontraban Evimael y su hermano Roberto (Tito), José Luis y yo. ¡Por supuesto, no queríamos tener que cuidar al más pequeño de la manada!, pero ahí estaba. Al pasar los años y sentarnos a conversar me confesaba sus travesuras y andanzas propias de los niños que corren y juegan por las calles de un barrio tan conocido de la ciudad, como lo es El Rosario. El tiempo pasa, y muy rápido; de pronto era un adolescente y después un joven. Lo vi sentarse por primera vez frente a una batería y dar sus primeros “palos”; participar en los grupos de alabanza, en los dramas navideños y en cualquier otra actividad que se desarrollara. Al final se convertiría en el baterista oficial de la congregación, compartiendo con otros músicos de aquellos tiempos, como Alexis León, Abraham Pupo y yo, entre otros. Recuerdo verle iniciarse como chofer, lo mismo de la bicicleta (por donde todos empezamos), que de los camiones, buses y vehículos livianos (…).

Se casa y forma una familia, con su esposa y sus dos hijas (…). Siendo ya todos adultos jóvenes y con familias, un determinado día lo llamo a mi oficina. Trabajábamos en la Facultad de Estudios Superiores de las Asambleas de Dios (FATES) (...), y le propongo venir a trabajar para las oficinas (…), como chofer principal del bus. Muchos recordarán ese Liaz, que nos dio tantos dolores de cabeza, a principios de 2000. De ahí una aventura tras otra, días y noches en las carreteras para llegar y dar talleres, seminarios, reuniones y otras muchas actividades. Siempre dispuesto a mantener en orden aquel monstruo rodante, su overol muchas veces se llenó de grasa para poder poner en marcha aquel bus. Juntos disfrutamos los campos y ciudades de nuestra patria, conociendo y relacionándonos con muchos hermanos, que se convertirían en sus amigos y compañeros. Hoy muchos de ellos dirigen la obra nacional de las Asambleas de Dios, otros se han ido a otros lugares o a las moradas celestiales.

Él seguiría en su labor de servir hasta sus últimos suspiros. Tengo el gusto de haber compartido con él, por última vez, en el año 2019, en el marco de la celebración de los ochenta años de Educación Cristiana en Cuba. Allí estuvo presente. Cada vez que yo visitaba la isla no dejábamos de encontrarnos para conversar, recordar, compartir y reírnos de las peripecias por las que habíamos pasado juntos. Ese era el momento de las confesiones y del reconocimiento de la ayuda mutua. Así era Josué Valdivia Yanes. Recuerdo haber tenido una última conversación en el mes de diciembre de 2021, para saber cómo estaba. Mostró su firmeza y esperanza de que el Señor extendiera su mano de misericordia sobre él. Llegue a toda su familia un abrazo fraterno.

 

El hermano Josué Valdivia Yanes nos dejó una vida de servicio. Mi esposa, la Revda. Elízabeth de la Cruz de Ríos y yo, le recordaremos siempre transportando por toda Cuba a rectores internacionales de facultades y universidades teológicas; y a líderes nacionales y misioneros de los Estados Unidos, América Latina y Europa. Lo hacía con el mismo cuidado y dedicación que cuando transportaba al último y más sencillo de todos sus hermanos en la fe. Él llevaba a nuestras hijas, con todos los hijos de pastores, a las actividades que se organizaban cada año en el centro de la isla con el propósito de ministrarles. Era una altísima responsabilidad que cumplía con celo santo.

Madrugaba siempre en los pródromos de cada viaje. El lunes 31 de marzo de 2014, a las 3:00 a.m., llegó en el bus para recogerme en la casa pastoral del Templo de las Asambleas de Dios en Santa Amalia, La Habana. Debía transportarme, para entonces, al Aeropuerto Internacional “José Martí”, desde donde iría rumbo a Holguín en el vuelo 972 de Cubana de Aviación. Impartiríamos, en la gracia de Dios, el módulo de “Historia y Literatura del Antiguo Testamento” para la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina. Josué venía agotado; acababa de regresar de un extenso viaje por el interior. No había dormido nada, y llegó a nuestra sede con una admirable puntualidad germánica. Cómo olvidarlo.

La prestigiosa Universidad Teológica Pentecostal de Cuba (UTPC), a cuyo trabajo se incorporó desde sus inicios, solía ordenarle viajes planificados por las soleadas carreteras de Cuba, pero, muchas veces, fueron aquellos auténticos imprevistos que dependieron de su disposición y amor. El lunes 6 de abril de 2015, me transportaba nuevamente a Holguín, desde el mismo aeropuerto. Ya estaba sentado en el avión cuando, por algunos de los misterios de esta vida, anunciaron la suspensión del vuelo. Nos ordenaron a todos recoger el equipaje de mano y bajar, y se vio de pronto en peligro el módulo de la Maestría. Nuevamente fue Josué el que garantizó, por carretera, y sin previa planificación, la llegada en tiempo, y el éxito de toda la actividad. Salimos para tan lejana ciudad a las 4: 30 p.m. Hicimos una breve escala en Ciego de Ávila, y, con rumbo este alcanzamos la ciudad de Holguín. Al pasar sus límites advertimos que no teníamos clara la dirección de la Iglesia. Ni corto ni perezoso, el dinámico Josué echó mano de un sofisticado programa recién instalado en su móvil. Era la primera vez que yo veía un GPS en operación, de modo que el crédito por haber aprendido a usarlo se lo debo a él. Llegamos a las 2:30 a.m., del día siguiente al Templo, a tiempo para empezar a impartir el módulo de “Formación espiritual del siervo líder”, también por la Facultad de Teología.

En las largas travesías que compartimos cuatro años a través de las sinuosas carreteras cubanas nos dejó saber mil veces acerca de sus pruebas y aprobaciones en el Señor. Por los caminos nos enseñaba los puntos donde, más de una vez, y sin éxito, habían tratado de asaltar el bus mientras él conducía. Muy sentidamente relataba cómo Dios le había guardado en aquellas tenebrosas noches. Me agradaba su teología conservadora, y su celo santo por las cosas del Señor, y fui testigo de momentos en que no consintió ligerezas de algunos en su presencia. Así, como era de responsable con el bus, así lo era de recto y serio para con todos sus hermanos en la fe.

Era un buen hermano, con un ánimo grande, y una capacidad de esfuerzo puesta a prueba mil veces. Por eso es que muchos le extrañaremos.

El 27 de marzo de 2022, resentida su salud por prolongados males que se agudizaron por tantos esfuerzos realizados en favor de la sufrida Obra cubana, quiso Dios llamarle al descanso eterno. Los que fuimos bendecidos por su vida de servicio recordaremos siempre su disposición incondicional, su capacidad de trabajo y la valentía con que enfrentaba el reto de mantener activos los añejados medios de transporte de una organización tan nacionalmente activa, como lo fue siempre la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios). Nos encontraremos una y otra vez volviendo sobre las historias que él entretejió mientras conducía, con verdadera intrepidez, hacia los más intrincados rincones del Verde Caimán. Resaltaremos siempre que, tras el éxito memorable que tuvieron muchas actividades, estuvo su más enconado empeño en garantizar la llegada en tiempo de todos a cada evento.

Reciba Josué Valdivia Yanes la corona de justicia que Cristo compró con Su sangre para él. Escuche hoy, con gozo inefable del Señor, las Palabras que están reservadas para todo el que le sirvió con amor y fe en esta vida: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25: 21).

A toda su familia, en especial, esposa e hijas, nuestro más sentido abrazo en el dolor y la privación de alguien que no podremos olvidar nunca.

 

Rev. Octavio Ríos Verdecia

Revda. Elízabeth de la Cruz Legrá

Dra. Elízabeth Ríos de la Cruz

Dra. Viria Ríos de la Cruz  

 

 

__________

 

 

Datos personales tomados de entrevista en línea a Sara Pupo de Sosa, 27 de marzo de 2022. Usados con permiso.



2 comentarios:

  1. Creo que no hay mejores palabras que describan la abnegación en el servicio de nuestro querido Josué.Hermano fiel y amigo de nuestro corazón.Saben lo que siempre admire de Josué entre todas las cosas que se pueden decir:Cuando viajábamos largas horas por carretera,a pesar del cansancio y sonaba su celular entonces su rostro se iluminaba al decir un momento es mi esposita.Josue fue sencillamente un ser excepcional.

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    1. Sí que es un recuerdo. Nos ayuda a entender el esfuerzo familiar que hacía para servir. Mucho agradecemos sus palabras acerca de esta grata memoria que nos dejó tan inolvidable hermano.

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