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sábado, 12 de marzo de 2022

Ciencia y poesía

El premio Nobel de Física, Richard Feynman discutía con un amigo poeta. Este le reprochaba que, mientras los artistas admiraban la belleza de una flor, los científicos la diseccionan hasta inutilizarla estéticamente, vaciándola de toda belleza. Feynman refutando aquella percepción, contestó: “El conocimiento de la ciencia sólo agranda el interés, el misterio y el asombro que produce una flor” (1). Al decir esto, tal vez sin saberlo, abordaba un tema sublime: la inseparabilidad de la ciencia y la poesía.

La ciencia y la poesía, verdaderas aventuras humanas; una lleva a la otra por caminos reversibles. En aquel que va de la poesía a la ciencia, cabe advertir que la imaginación y la intuición fueron principios poéticos que empujaron el rumbo de la investigación científica; aun fijaron sus aristas, en aquel “Dios nos juega a los dados”, de Einstein. El padre de la Relatividad Especial y General no estaba hablando de religión, sino de un orden predecible, extensivo y universal. Cuánto de aquel violín que tocaba estuvo en la ciencia que nos develó el físico alemán, confiamos en que un día lo sabremos.

En dirección inversa están los que sintieron, como Feynman, el deslumbrar del científico ante la naturaleza. El 14 de febrero de 1990, las cámaras de la sonda espacial Voyager 1, miraron por última vez a la tierra, mientras se alejaban más allá de las fronteras del sistema solar. A la impresionante distancia de seis mil millones de kilómetros, treinta minutos antes de apagarse aquellos sensores, y por sugerencia del célebre astrónomo, Carl Sagan, se capturó la imagen final de la tierra. Esta llegó como un discreto «punto azul pálido» (2); así lo describiría él. La fotografía se hizo icónica, y las palabras de Carl Sagan en su libro Pale Blue Dot (Un punto azul pálido) darían la vuelta al mundo:

 

Ahí está. Es nuestro hogar. Somos nosotros. Sobre él ha transcurrido y transcurre la vida de todas las personas a las que queremos, la gente que conocemos o de la que hemos oído hablar y, en definitiva, de todo aquel que ha existido... sobre una mota de polvo suspendida en un haz de luz solar (...) (2).

La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, héroe o cobarde, creador o destructor de civilizaciones, cada rey o campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor o explorador, cada “líder supremo”, cada santo o pecador, vivió ahí (3).

 

Aquel pequeño «punto azul pálido», casi perdido en el inmenso espacio de la creación llevó a Sagan a la contemplación poética de un inmenso mayor: la vanidad humana.  

Carl Sagan, y aquel «punto azul pálido». En aquella descripción no habló el físico, sino el poeta.

 

 

__________

 

 

(1) Manuel Ansede. “Somos simplemente 30 billones de células”. El Paíshttps://elpais.com/elpais/2016/01/11/ciencia/1452535268_778792.html Publicado: 12 de enero de 2016. Accedido: 20 de febrero de 2021, 12: 20 a.m.

(2) Nadia Drake. “La primera persona que vio la foto del «punto azul pálido» aún la conserva en su armario”. National Geographic.

https://www.nationalgeographic.es/espacio/2020/02/primera-persona-que-vio-la-imagen-del-punto-azul-palido Publicado: 17 de febrero de 2020. Accedido: 19 de junio de 2020, 3: 10 PM.

(3) Felipe Garrido. “Espacio: treinta años se cumplen del día en que Carl Sagan nos mostró lo pequeños que somos en el Universo”. FayerWayer.

https://www.fayerwayer.com/2020/02/espacio-carl-sagan-tierra-voyager/ Accedido: 19 de junio de 2020, 3: 30 p.m.



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