La filósofa rusa, naturalizada norteamericana, Ayn Rand (1905-1982), autora de El manantial y La rebelión de Atlas, desarrolló un sistema filosófico conocido como «objetivismo». Defendía el egoísmo racional, el individualismo y el capitalismo laissez faire. Esta última es una locución francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar» refiriéndose a una libertad total en materia de economía, es decir, libre mercado y manufactura, bajos impuestos, libre mercado laboral y mínima intervención de los gobiernos. Por estos caminos Rand rechazaba el socialismo, el altruismo y la religión. Tenía ideas extrañas que no se difunden mucho, pero, por alguna razón la mayoría de sus lectores, consideran grandemente predictivas estas palabras suyas:
Cuando adviertas que para producir necesitas tener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada (1).
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