«El hombre es bueno, pero si se lo vigila, es mejor». Esta es una de las frases más recordadas del tres veces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón (1). Desde un enfoque cercano atribuyen a Lenin la expresión: «La confianza es buena, el control es mejor». Si bien no se encontró nunca esta cita en sus Obras Completas, sí se sabe que el líder bolchevique gustaba repetir en sus discursos y conversaciones el proverbio ruso «Confíe, pero chequee (o verifique)» (2).
Ninguno de estos dos políticos resulta ser «santos de mi devoción». Es muy posible que hayan llegado a la conclusión que expresan en tal idea por caminos muy personales de conocimiento propio. Buena cosa hubiera sido controlarlos a ellos dos; el primero no habría dado asilo político a tantos criminales de guerra nazis; el segundo no habría matado de hambre a tantos millones de rusos, ni acercado a sí, a Joseph Stalin, aquel engendro de las tinieblas que se ocupó diligente de completar su obra.
Buena cosa es controlar a cada político que existe. Todos los seres humanos estamos expuestos al desequilibrio de la corrupción, especialmente cuando comenzamos a manejar recursos. Todos, por ende, debemos ser controlados, particularmente los tiranos y dictadores. Para infortunio de sus pueblos, estos últimos, tras asumir el poder, lo primero que controlan en los demás es el «control de sí».
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(1) Jorge Cicuttin. Crónica. https://www.cronica.com.ar/opinion/El-Estado-y-la-bondad-del-hombre-20180908-0005.html Publicado: 8 de Septiembre 2018. Accedido: 18 de marzo de 2023, 1:59 p. m.
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