La tristeza tiene un poder en el mejoramiento humano que no lo tiene la alegría. Le parecerá extraña esa idea en una época en que tanto se habla de pensamiento positivo y buen ánimo, pero eso es justamente lo que afirma la Biblia: «Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón» (Ec. 7:3).
Puestos en balanza la risa y la tristeza el segundo mueve el platillo con el peso propio de un poder: el de sanar heridas. Es raro que sea así, pero recuerde que las personas somos muy extrañas, tanto que necesitamos tristezas.
Quizá fue lo que tuvo en mente Antonio Machado cuando escribió: «Ama tus tristezas, ama tus alegrías» (1).
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(1) Antonio Machado. Tu voz amante, Canciones. “Me dijo una tarde”. La Habana: Editorial Gente Nueva, p. 37.
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