«Orgullo gay», así le llaman. Mal camino por el que se trata con jactancia a una de las más históricas desvergüenzas. El orgullo de un hombre fue siempre su hombría, el de una mujer su femineidad.
«...Porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí» (Is. 3: 9).
No es orgullo, es desvergüenza, y es para mal.
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