Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu (Ec. 4: 13-16).
El viejo por viejo, el joven por joven. Nadie se sentirá nunca conforme con la dirección humana. Nunca un presidente tendrá el consenso total de su pueblo, ni un líder la voluntad generalizada de los que están con él. La tierra es una carreta de ruedas cuadradas, donde todo se mueve regulado por reglas de vanidad propia.
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