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jueves, 13 de octubre de 2022

Ver y no ver. Bosquejo

LECTURA. Marcos 8: 23-26

 

Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.  El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

 

INTRODUCCIÓN

 

Escuchaba al muy respetable Profesor Jimmy Robinson de Global University el 14 de julio de 2021. Él llamaba poderosamente la atención sobre este pasaje desde la capilla de Global University.

https://www.facebook.com/globaluniversity/videos/147170364093569  

De la reflexión a que nos llevó nació este bosquejo.

  

I. HAY TOQUES COMPLETOS DE DIOS

 

A. Eliseo en Dotán (cerca del Carmelo)

 

“Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

El criado tuvo de inmediato visión perfecta. El mundo espiritual se abrió claro delante de él.

 

B. Jesús a Bartimeo

 

“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino” (Mr. 10: 51, 52).

Bartimeo vio de inmediato todo en torno a él. Es conmovedor pensar que el primer rostro que vio fue el de Jesús.

 

C. Sanar ciegos era señal mesiánica

 

o. Nunca en el Antiguo Testamento alguien abre los ojos a un ciego. Tales prerrogativas eran directas y exclusivas de Dios. Los judíos las esperaban del Mesías. Lea el mesiánico capítulo 35 de Isaías:

 

1 Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. 

2 Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro. 

3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.

4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. 

5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. 

6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. 

7 El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos. 

8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. 

9 No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos. 

10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

 

o. La definición del pecado imperdonable, que es la blasfemia al Espíritu, está en un contexto donde Jesús ministra sobre un ciego-mudo

 

“Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba” (Mt. 12: 22).

  

II. ALGUNOS NECESITAN UN SEGUNDO TOQUE DE DIOS

 

“Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos” (Mr. 8: 25). 

 

¿Qué le estaba enseñando Jesús a sus discípulos y a todos nosotros por extensión con la sanidad progresiva y por ende no inmediata de aquel ciego que necesitó un segundo toque? Es evidente: algunos necesitan ese segundo toque. Ya ven, pero no ven. Ven, pero la claridad de sus ojos es pobre. Delante de ellos todo está distorsionado.

  

III. NO REGRESE A LA ALDEA DE LA QUE LE SACÓ EL SEÑOR AQUEL DÍA EN QUE LE HIZO VER CON CLARIDAD

 

“Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea” (Mr. 8: 26b).

Las personas tocadas por Dios, los que ahora ven con claridad no vuelven por el mismo camino.



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