Abreviar los nombres de los libros de la Biblia es una necesidad constante para todo escritor y comentarista teológico. La frecuencia con la que se abordan los contenidos de los textos bíblico así lo exige. En general se sigue el patrón de las Sociedades Bíblicas Mundiales, que está presentado en las primeras páginas de las biblias.
Por años he preguntado a mis estudiantes de institutos bíblicos, facultades teológicas y universidades acerca de si recuerdan cuál es el libro bíblico que no se abrevia. En general quedan sorprendidos por la pregunta. Muchos no han advertido que el nombre del libro de Job no se abrevia. Es curioso.
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