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viernes, 7 de octubre de 2022

Nehemías

Nada más difícil que restaurar sobre escombros del pasado. Es incomparablemente más sencillo hacer una obra nueva; pero remover una construcción vieja, reparar gritas, hacer confiables columnas que están semiderruidas, nada es más difícil. Fue la tarea de Nehemías.

Era aquel Nehemías un judío llevado a la cautividad. Servía de coopero al rey Artajerjes, en la ciudad de Susa. El libro bíblico que lleva su nombre relata el minuto en que supo del estado de destrucción en que se encontraba Jerusalén, expuesta sin muros a los ataques de las comunidades hostiles vecinas. Él sintió el llamado de Dios y consiguió cartas del rey. Allá se fue.

A su llegada comenzaron, bajo su dirección los trabajos de reconstrucción. Pronto amonitas y samaritanos lo supieron, y organizaron planes de destrucción. Grupos armados enviaron amenazas e hicieron amagos de ataques. Todos los judíos temieron. Por un momento pareció que todo se iba a detener. Es el momento en que se pronuncian las resueltas palabras de Nehemías. Se encuentran en el capítulo 4, entre los versículos 10 y 20:

 

10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.

11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra. 

12 Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros. 

13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos.

14 Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. 

15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. 

16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. 

17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. 
18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí. 
19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. 
20 En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros. 

 

Muchos temores embargan la vida. Construimos nuestros días sobre muros derruidos del pasado. Muchos enemigos se levantan a diario eyectando amenazas que buscan paralizar, a través de la intimidación, la obra por completar. El enemigo de las almas lucha por controlar el contenido de tus recuerdos. Ese es el campo central de la batalla. Nunca fueron más pertinentes para ti las palabras de Nehemías: «No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas» (Neh. 4: 14).

No tema, hermano y amigo: «nuestro Dios peleará por nosotros» (Neh. 4: 20c).




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