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martes, 25 de octubre de 2022

Hasta hace poco no supe cuánto se odiaban los escritores

En 2016, en un animado intercambio, el célebre canta-autor español Joaquín Sabina preguntó al destacado escritor español, Arturo Pérez Reverte:

 

Una cosa que me divierte, me sorprende y te quiero preguntar: he ido observando, desde que ando más con escritores que con músicos, que son quince años, que, los rencores que imitan, las envidias y las puñaladas traperas entre los escritores son infinitamente más que entre los músicos, que solemos ser amigos y solidarios. ¿Por qué? (1)

 

Pérez Reverte contestó:

 

Hay un componente de vanidad en la escritura. Hay menos lectores, pero también hay un componente de vanidad; es decir, todo escritor es un acto de vanidad (…), el escritor que publica, el que sale al escenario... ¿Sabes lo que pasa?, en un cantante hacen falta dos cosas: o tener buena voz o tener mucho talento; y si tienes las dos cosas juntas, mejor; pero en literatura cualquiera puede llamarse escritor. En literatura cualquiera dice: “Yo soy escritor. Tengo tal novela…”. Es tan amplio el territorio, y todo el mundo se da codazos para figurar (…).

En la Guerra Civil hubo ejecuciones y denuncias por odios literarios (2).

 

Nunca me había detenido frente a una percepción así, que debe ser considerada por venir de un escritor con una trayectoria tan mundialmente reconocida, que es, además, miembro de la Real Academia Española desde 2003. Ni siquiera lo sospechaba. Haciendo entonces una regresión en la memoria comencé a entender algunas reacciones frente a publicaciones de alta calidad puestas en circulación en mi patio insular. Creí que se trataba de temores políticos, en los que leyeron; ellos luchan para no anegarse en un medio policial, donde todo está politizado; pero creo entender ahora que, más allá de tales cosas (que son innegables en Cuba), está la triste historia del odio a «la obra del otro» de que hablan Sabina y Reverte; deplorable carril por el que andan los que, frente a toda obra escrita, debieran gastar el tiempo haciendo una reseña crítica que balancee valores y limitaciones. «No tengo tiempo», dirá el tal ser. Sí lo tiene: el tiempo que usa para odiar úselo para justipreciar.

Resumidamente, entre interrupciones mutuas, en aquel diálogo vivo y fraterno, Sabina resumió: «Yo creo que el pastel a repartir es más pequeño». Y en un expirar en que se fusionó lo práctico con lo utópico, y entre risas, concluyó: «Eso tenéis que corregirlo, y tenéis que quereros como hermanos» (3).

Algún día, Sabina, algún día…

 

 

__________

 

 

(1) «Joaquín Sabina y Arturo Pérez Reverte, el primer encuentro». El Mundo. https://youtu.be/xIxNOcST-xg Entre 15:43-18:21 min. 9 de mayo de 2016. Accedido: 25 de octubre de 2022, 2: 29 p. m.

(2) Ibíd.

(3) Ibíd.



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