Sabe lo que es un snorkel, ¿verdad?, ese instrumento tubular de buceo superficial que usamos para mantener la cabeza dentro del agua, mientras respiramos a través de él por la boca. Bueno, equivocadamente, muchos conciben la coma como eso, como un snorkel y, por ende, un recurso para respirar durante la lectura. ¿Quién no tiene la memoria lejana de una maestra primaria que, al verle leer sin pausas, protesta y le dice: «¡Respira!»?
A la verdad la coma no está en función de la respiración, sino de la comprensión. Hay oraciones muy largas que no la necesitan, porque no existe el peligro de que se tuerza la comprensión de lo que se quiere decir. Por el contrario, hay oraciones cortas en las que se impone respetarlas so pena de que se interpreten al leer cosas muy diferentes a las que estaban en la intención del que escribió.
Una oración larga que no lleva coma
Ejemplo:
(Agatha Christie. Autobiografía. Tomo I. La Habana: Editorial Arte y Literatura, 1981, p. 217.)
«Clubin había dejado su vela encima de la mesa y se había puesto a quitar y poner una fila de alfileres que llevaba en el cuello de su chaquetón.»
(Víctor Hugo. Los trabajadores del mar. La Habana: editorial de Arte y Literatura, 1974, p. 176.)
«El joven Manuel Gutiérrez Najera nos ha enviado una bien escrita carta sobre la indicación que en la Revista se le hizo acerca de la autora de los versos que tomó por epígrafe para una poesía suya.»
(José Martí. «Los versos de la bogotana» Obras Completas. Edición Crítica. La Habana: Centro de Estudios Martianos. Tomo IV, 2001, p. 204.)
Las oraciones anteriores son extensas y no necesitan en su estructura de una coma. La idea que expresa cada una no puede ser interpretada por dos caminos, por ende, no llevan coma en parte alguna de su estructura. En estas oraciones extensas las pausas respiratorias las pone el lector.
Oraciones cortas que necesitan coma.
Un par de palabras no necesitan pausa respiratoria, pero en ciertos casos es imprescindible la coma para poder comprender lo que se quiso decir.
Ejemplo: Antonio, estudia.
Aquí se le está diciendo a Antonio que estudie. Si no colocamos la coma la idea cambia. Ejemplo: Antonio estudia. Aquí, sin coma, se está afirmando que Antonio estudia.
Note que la coma determina una diferencia total en la idea.
Conclusión
No es asunto de misericorde respirar. Es un asunto de exacta comprensión. En función de eso está la coma.
Lea con ritmo, respire, no precipite la lectura oral cuando no vea la coma; hacerlo transmite ansiedad y resta tiempo de comprensión al que le escucha. La lectura rápida es molesta y poco elegante. Ya bastante ansiedad tiene el mundo; no agregue una más.
Tales consideraciones llevan a un desentendimiento entre poetas y prosistas. Dulce María Loynaz se molestaba mucho cuando alguien leía con un ritmo incorrecto una esquela poética suya. Bueno…, los poetas detestan que se hagan pausas respiratorias donde la cadencia rítmica del verso no la lleva en la intencionalidad del autor. El asunto que complica las cosas y requiere atención especializada, es que los signos y las pausas en poesía disfrutan de licencias adicionales respecto a la prosa. Eso lleva a la necesidad de escribir otro artículo, pero deben hacerlo los poetas. No lo escribí cuando lo era. Ya es tarde...
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Texto sugerido: Imagen de Observations? Science needs your data www.inaturalist.org en Pixabay
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