Bertrand Russell (1972-1970), que fue a la filosofía algo así como lo que Carl Sagan fue a la astronomía, un refrescante divulgador, escribió en la Introducción de su Historia de la filosofía Occidental:
La filosofía, tal como yo entiendo esta palabra, es algo que se encuentra entre la teología y la ciencia. Como la teología consiste en especulaciones sobre temas a los que los conocimientos exactos no han podido llegar; como la ciencia, apela más a la razón humana que a una autoridad, sea ésta de tradición o de revelación. Todo conocimiento 'definido' pertenece a la ciencia —así lo afirmaría yo—, y todo 'dogma', en cuanto sopesa el conocimiento determinado, pertenece la teología. Pero entre la teología y la ciencia hay una 'tierra de nadie' expuesta a los ataques de ambas partes: esa 'tierra de nadie' es la filosofía (1).
Sin que sea exactamente así mucho se agradece el generoso esfuerzo del filósofo inglés por ayudar a los profanos a entender un poco qué cosa es la más misteriosa de las ramas del saber humano, la más oscura e indefinida, la más extensa y polémica; la más antigua, tal vez.
Fue la filosofía a la ciencia lo que aquella torre de Babel de Génesis 11 fue a los primitivos ingenieros de Mesopotamia: un intento por llegar a Dios sin Dios, sin revelación. Bien la describe Russell cuando la define como algo que quedó a medias; a medias, como aquella torre...
__________
(1) Bertrand Russell. Introducción a Historia de la filosofía Occidental. Tomo I. Barcelona: Editorial Austral, 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.