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lunes, 11 de julio de 2022

La cremación es un insulto a la prospección científica

Muy de moda, y muy promovida, pero es un auténtico contrasentido, científicamente hablando. La cremación cierra el paso al uso de las futuras técnicas que no se necesita ser profeta para saber que vendrán. Ya la investigación científica arroja resultados que rayan en el límite mismo de la magia. La informática mutó en un arte de prestidigitadores. A las puertas estamos de grandiosas novedades que serán fruto del actual e intenso trabajo investigativo.
¿Qué hacemos al cremar? Destruir, y al destruir eliminar áreas futuras de investigación científica que nadie puede siquiera imaginar hasta dónde llevarían a ciencias como la genética, o la medicina forense en general.
A veces es hasta ilógica la razón del proceder: creman para que los cadáveres no roben espacio; entonces toman las cenizas y las colocan en el cementerio ocupando un lugar a veces diez veces superior de acuerdo con el monumento que le levantan en recordación.
No añadiremos lo que significa la emanación de los gases de la combustión del crematorio para el medio ambiente y lo que eso implica para el calentamiento global.
Huelga pensar acerca de tal proceder en el área sentimental. ¿Cremamos lo que amamos? ¿Encendemos en fuego la mascota de la casa cuando muere, entre la consternación de los niños de la casa?
"Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio" (Ec. 12: 7). 


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