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lunes, 25 de julio de 2022

Colmos de maldad...

Así dijo Dios a Abraham: “...Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años (...). Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo…” (Gn. 15: 13-16).

Colmos de maldad... Eso existe ante Dios. Cyrus Scofield describe el contexto en que Dios entrega la tierra de Canaán a los israelitas como una “extrema degradación de la moralidad cananea”. Tal condición está detrás de la orden de exterminio que Dios hizo acerca de los cananeos. Así lo define Deuteronomio 9: 1, 5:

 

Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú (...). No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 

 

Colmos de maldad... Cuatro siglos no tuvieron sobre los amorreos un efecto regenerador. Todo lo contrario, se degradaron cada vez más hasta alcanzar límites extremos. Aquellos que el Rey de Justicia llamó «colmos de maldad».

Hace tres mil cuatrocientos años llegaron a él los cananeos. En el accionar bíblico e histórico de Dios se evidencia que, tras los colmos de maldad, una sola cosa viene: destrucción total.

Ellos llegaron. Como generación ¿habremos llegado nosotros?



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