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jueves, 9 de enero de 2020

La única reserva moral de la humanidad

Cristo entró al mundo en un momento grandemente decadente de la historia. Un escritor-conferencista de la talla de Earle Albert Rowell en El libro invicto (1), llega a afirmar que la conjunción de judíos, griegos y romanos hizo de aquel uno de los momentos más oscuros de la historia. Roma, la cuarta bestia del libro de Daniel, pese a que lograría impregnar los tiempos con la imagen del llamado derecho romano, fue una sociedad penosamente caída. La historia, la literatura, el drama y el arte que sobrevivieron hasta los días actuales indican el estado general de su deplorable moralidad. La tremenda acusación que se encuentra contra la humanidad desde Romanos 1:18 hasta el 3:20, fue dirigida originalmente contra el imperio, y todos los testimonios de que se dispone comprueban su exactitud. La tendencia general en la sociedad convergía al abismo. La vida humana era de poco aprecio, y el asesinato era frecuente. Fácilmente se obtenía el divorcio y la sociedad lo aprobaba. El abandono de los hijos indeseables era una práctica común, como lo ilustra la bien conocida carta de Hilarión a su esposa, Alis: “Si llegas a dar luz, y es un niño, déjalo vivir; si es una niña, abandónala”. Abundaban la superstición y los timos de toda clase. Moralistas como, Séneca, tutor de Nerón, invocaban grandes ideales y hablaban palabras de reconocida sabiduría, pero sus recomendaciones hacían muy poco efecto sobre los atrincherados males de su tiempo(2);  nada impedirían el levantamiento del Coliseo romano que sería recordado en la historia por sus cruentos escenarios en que hombres y animales perdían las vidas en verdaderas “orgías de sangre” destinadas a satisfacer la sed morbosa de un imperio destruido, moralmente hablando.
Si, Cristo entró al mundo en uno de los momentos más tenebrosos de la historia, y con Él cambió el curso de los tiempos. Nadie tendría más influencia en el rumbo siguiente de la humanidad. Persona alguna torció el derrotero de los tiempos y cambió la cultura como lo hizo Él. Hoy el mundo occidental se erige sobre ideales cristianos. Puede parecer que la cultura contemporánea está muy lejos de alcanzarlos en su totalidad y perfección, pero el nivel de penetración que estos tienen en el mundo en que vivimos, en el respeto a la vida, el derecho de la infancia y la mujer, aun en la proscripción creciente del maltrato animal, no se pueden desconocer.
El país más desarrollado de la tierra, a cuyas arenas todos sueñan llegar, cuyo ejército no puede ser enfrentado, que por su cultura asombra en la seriedad de su legalidad, a la cual no escapa ningún funcionario es, sin margen a dudas, Estados Unidos. Acerca de él la escritora chilena Isabel Allende, entrevistada por Andrés Oppenheimer para la cadena noticiosa de la CNÑ, afirmó:

Estados Unidos es un país formado sobre una idea; es la primera vez que un país nace de una teoría. Siempre los países se formaron de manera orgánica, fueron como creciendo de a poco, pero un grupo de hombres ilustres se pone de acuerdo para crear un país sobre la base de ciertos principios, y dicen: “esta es nuestra constitución, estas son nuestras instituciones, estos son nuestros principios morales, que van a sostener este país”. Y con todo lo que le ha pasado a Estados Unidos incluyendo la guerra de secesión, se han sostenido esas instituciones. (3)

Los puritanos que desembarcaron un día, y luego los padres de la nación, levantaron el país más poderoso de la tierra sobre cimientos de moralidad cristiana. Fueron cristianos protestantes los que colocaron las bases morales, constitucionales y legales sobre las que se erigió, llegando a alcanzar hoy, con asombro, la posición cimera desde donde rutila por encima de todos los pueblos. Tal cosa lo hizo posible la penetración alcanzada por la moralidad cristiana. Eso satisfizo y trajo el respaldo de Dios. No hay otra explicación para el fenómeno norteamericano.
El mundo fue penetrado, y no nos pudo desconocer, porque somos la Iglesia de Jesucristo. Somos la “sal de la tierra”; “somos la luz del mundo” (Mt. 5:13, 14).
No hay otra; somos la única reserva moral de la humanidad.

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(1) Earle Albert Rowell. El libro invicto. Sin otro dato.
(2) Merrill C. Tenney. Nuestro Nuevo Testamento: Estudio panorámico del Nuevo Testamento. Edición revisada y aumentada. Grand Rapid. Michigan. Editorial Portavoz, 1989, p. 82.
(3) Isabel Allende. Entrevistada por Andrés Oppenheimer en “Oppenheimer Presenta # 1921”. 10 jun. 2019.  https://www.youtube.com/watch?v=wdbHptgDEs8 Accedido el 9 de enero de 2020, 3:23 PM.


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