A mi profesión pública de fe cristiana, mis compañeros de estudio no tardaron en reaccionar. En aquel lejano 14 de febrero de 1986, el Hospital Docente Clínico-Quirúrgico “General Calixto García”, en El Vedado habanero de Cuba, tenía pocos árboles, de manera que supuse que un poste de luz para colgarme sería la elección. Subestimé el poder de imaginación de algunos de ellos. Una estudiante de quinto año [BS], representante del Partido Comunista de Cuba (PCC) y a la que no le asistían las dotes de una sonrosada juventud, dijo en un tono mórbidamente sugerente a los demás: “En mi época, a los que hacían eso…, ¡se les daba una ‘tunda de palos’!” De manera que, para ventura de la empresa eléctrica, quedaba descartada la variante del poste. Otro [SR], más práctico en el ahorro de energía consideró: “¡Lo que hay que hacer es botarlo!” La intervención de mis leales amigos Carlos Díaz Macaya (1), Ivón Mayo Chirino (2), Julio Blanco (3), Julio Roque (4), Eugenio Negrete (5) y María Esther Raola (6), unidos a algunos más, le dieron un curso dilatorio a aquel tribunal sumarísimo, digno émulo de la Santa Inquisición.
Casi inmediatamente, en súbita eclosión, apareció Sherlock Holmes, reencarnado en la novena generación, en cierta compañera de año [IG] que hizo una envidiable inferencia: “¡Eso es cosa de Zaida!” Zaida Alcover (7) era una estudiante de la misma aula, teclista del Templo “William Carey” de la Convención Bautista de Cuba Occidental (8), en J y 25, locación cercana al hospital, pastoreada entonces por el veterano Juan Francisco Naranjo Rodríguez. Siempre me resultó gracioso que en J y 25 estuviese el pastor Naranjo y en K y 25, que era la Iglesia Metodista, a solo unos metros, estuviese el pastor Joel Ajo. “Ajo y Naranjo”, decía en mis profundas introspecciones. Sin dudas que hubo algo de agricultura en mi expresión pública de fe.
A raíz del fenomenal descubrimiento de aquella hija indiscutible de Arthur Conan Doyle (9), el fuego cerrado se dirigió contra Zaida. Así lo permitió Dios, porque las espuelas de Zaida, correspondían para entonces a las de un gallo más desarrollado que el mío; fue tal la algarabía que formó, que tuvo que venir hasta el hospital el Lic. Silvio Platero Irola (10), secretario del Dr. José Felipe Carneado, responsable, este último, de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC. El Lic. Platero se reunió a puertas cerradas en la dirección del hospital, con el director, Dr. Arnaldo Torriente, con el primer secretario del PCC y su homólogo de la UJC; puso todas las cosas en orden y reorientó las directrices del gobierno para el novedoso tratamiento del problema religioso en Cuba, que se encontraba en fase de rectificación. Me ahorré así la expectativa de un inminente y nada halagüeño “ajuste de cuentas”.
Pocos días después, el domingo 23 de febrero de 1986, gestionando un diapofonograma de apologética acerca de “La Sábana Santa”, muy en boga en aquella época, asistí unos minutos a la Convención que se estaba celebrando en el Templo Bautista “El Calvario”, de Zulueta y Dragones, Ciudad Habana. Coincidí allí con el pastor Naranjo; este se me acercó y me manifestó que la dirección del entonces Consejo Ecuménico de Cuba, actual Consejo de Iglesias, estaba interesada en saber si se había practicado alguna represalia fuera de control. Me dio además algunos consejos generales, que le agradeceré mientras viva.
Felizmente las cosas no fueron más allá de una guerra fría de alumnos y profesores, que duró hasta que terminé la carrera. Tuve, no obstante que pagar un precio de discriminación y tensión inimaginable. En los exámenes tenía que obtener cinco puntos para que me registraran con cuatro; si sacaba cuatro puntos me darían tres, y si sacaba tres, no tengo que decirle lo que pasaba...
Almorzaba un día en el comedor del hospital, cuando se me sentó al lado mi entrañable amigo, la eminencia gris de mi curso, el hoy Dr. Eugenio Lázaro Negrete Torres, y tras un silencio, muy sospechoso y sugerente en mi elocuente, culto y explosivo amigo, me dijo: “¡Esto es lo que yo no quiero que nunca me pase!” Sorprendido le pregunté: “¿¡Qué cosa!?” Mirándome como quien contempla un absurdo, me contestó, con los ojos muy grandes: “¿¡Tú no te das cuenta de que a tres metros de ti no se sienta nadie!?” Pensé que yo era el único que se había dado cuenta. No recuerdo si atiné a decirle algo…
Conservo en la memoria el registro cuidadoso de los que protagonizaron los matices más sombríos de esta historia. La líder del PCC que propuso la golpiza por el delito de tener una fe limpia en un Dios de amor, hoy tiene su Facebook lleno de imágenes con las más obscenas brujerías. Su tenebrosa doble moral habla por ella. Algunos de mis “contrincantes” más tenaces [JV] llegaron a ser miembros de la Convención Bautista de Cuba Occidental. La secretaria general del comité de base que me juzgó [ZS], se hizo católica poco después. Uno se suicidó [RM]; otros [SR] vegetan tristemente rumbo al fin, envejeciendo prematuramente…
En consecuencia, tras las reubicaciones morales y espirituales de los que tanto me escarnecieron, endilgándome con los términos más soeces, un compañero de carrera me preguntó: “¿Alguno te pidió perdón alguna vez?”. “No es necesario —le contesté—; hace treinta años les perdoné…”.
No abriré ciertas cajas de Pandora. Dejemos dormir algunas memorias. Ojalá y nunca tengan que ser despertadas. Tras aquellos días viví años maravillosos; eso es lo importante. Los planes que se encauzaron contra mi persona abortaron. Me pude graduar. Dios me dio una esposa excepcional, casa, familia, ministerio, congregación, pude viajar al extranjero. Pienso que todo lo que he tenido, todo lo que he logrado, comenzó en aquellos penosos minutos de testimonio público de mi fe en Cristo. Nunca, por grande que llegó a ser el precio, ni por inciertas y gélidas que se tornaran las circunstancias que me abrazaron, me he arrepentido de haberlo hecho. Lo recuerde el Señor en mi favor el día de la eternidad.
Para mis compañeros de curso mis mejores deseos. Solo Dios sabe cuánto he orado por cada uno. Mi más noble expectativa es verlos en el cielo, a donde voy. Pueda entonces darles el abrazo que me negaron en la tierra. Hasta ese día, para ellos, mi perdón y mi amor.
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(1) Carlos Marcelino Díaz Macaya. Se graduó en 1987. Actualmente es Especialista en Medicina General Integral y Gineco-Obstetricia.
(2) Ivón Mayo Chirino. Se graduó en 1987. Actualmente es Especialista en Medicina General Integral y miembro de la Iglesia Bautista “El Calvario” en Ciudad Habana, de la Convención Bautista de Cuba Occidental. Cumplió misión en Sudáfrica.
(3) Julio Blanco Trujillo. Se graduó en 1987. Se hizo especialista en Medicina Interna y Cuidados intensivos.
(4) Julio Roque. Se graduó en 1987. Se hizo especialista en Pediatría.
(5) Eugenio Lázaro Negrete Torres. Se graduó en 1987. Se hizo especialista en Fisioterapia y Rehabilitación.
(6) María Esther Raola Sánchez. Se graduó en 1987. Se hizo especialista en Nefrología.
(7) Zaida Alcover. Se graduó en 1987. Se hizo especialista en Medicina General Integral.
(8) La separación de esta congregación y su templo de la Convención Bautista de Cuba Occidental se realizó algunos años después. El autor recuerda este hecho con profunda tristeza. Unida a otras congregaciones bautistas, separadas también, integró la “Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba” varios años después de fundada ésta última. La “Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba” nació el 8 de septiembre de 1989. Fueron reconocidos oficialmente por la Alianza Bautista Mundial en 2005 y por el Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia de Cuba en 2006. Tienen actualmente treinta y nueve iglesias en diez provincias del país, con treinta y ocho pastores y una membresía general de unas 3.500 personas. La “Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba” tiene una fuerte inclinación política socialista. (Alberto I. González Muñoz, I vimos su gloria. Ciudad Habana: Editorial Bautista, 2007, p. 95.)
(9) Autor de las novelas de Sherlock Holmes. (Nota del autor.)
(10) Silvio Platero Irola. Cuba. Licenciado en Ciencias Sociales de la Escuela Superior del Partido Comunista en la ex-Unión Soviética. Su línea de investigación es “Religión y Sociedad en el continente americano”. Trabajó como funcionario de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central desde 1986 hasta 1998. Fungió como subdirector del Centro de Estudios de América del Comité Central del PCC. (Caridad Massón, La Revolución Cubana en la vida de pastores y creyente evangélicos. La Habana: La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2006, p. 217.) En 2017 aparece on line como presidente del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los pueblos (Pablo Ruiz. “Silvio Platero: ‘Estamos al borde de una Tercera Guerra Mundial’” (https://www.telesurtv.net/opinion/Silvio-Platero-Estamos-al-borde-de-una-Tercera-Guerra-Mundial-20170503-0050.html Publicado: 3 de mayo de 2017).
Cuantos recuerdos. Siempre pienso que los refranes populares encierran mucha sabiduría, y uno es que no hay mal que por bien no venga. La misericordia de Dios es infinita. Eres un buen hombre y amigo, por tanto mereces todas las bendiciones que te ha dado El Señor.
ResponderEliminarGracias, amigo. Dios es muy bueno. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Ro. 8:28).
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