Translate

lunes, 13 de enero de 2020

Israel nunca será destruida

Fue hace dos mil seiscientos años. Los cuerpos del ejército de Babilonia sitiaron Jerusalén. Era inminente la destrucción. Serían esclavizados en irreversible deportación; sus tierras serían dadas a otros. Ese fue el contexto en que el profeta Jeremías, declaró a  gran voz: “Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre:  'Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente'” (Je. 31: 35, 36).
Esta es una expresión juramentada: para que Israel sea destruido tiene que colapsar el sol, implosionar la luna, y apagarse para siempre el brillo de todas las estrellas. Eso es lo que está diciendo el profeta en el Espíritu. Asombrosamente hermoso. A ningún pueblo de la tierra se le dio jamás una palabra así.

Así ha dicho Jehová: 'Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron', dice Jehová. 'He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo. Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa. Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre' (Je. 31: 37-40).


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.