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sábado, 4 de enero de 2020

Aquel legado que nos dejó Alejandría

Fue singular la evolución de la ciudad egipcia de Alejandría tras su fundación por Alejandro Magno. Se convirtió de hecho en un notable emporio comercial y en un maravilloso centro educativo. Bajo el impulso de la dinastía ptolomea vino a ser la sede de una inmensa biblioteca en la cual se preservaron las principales joyas literarias de los tiempos antiguos. Sus bibliotecarios fueron eruditos que iniciaron el estudio de la gramática griega y la crítica textual (1).
La influencia judía allí fue grande desde su fundación (1). Muchos creen que José y María, padres de Jesús, encontraron amparo en esa ciudad, mientras se refugiaban por consejo del ángel (Mt. 2:13) (2). Se sabe que Alejandro Magno cedió importantes terrenos a los colonos judíos y los admitió con plena ciudadanía (1). Fue bajo Ptolomeo Filadelfo (285-246 A.C.) que se tradujeron al griego las Escrituras judías. La versión resultante, conocida como la Septuaginta, se convirtió en la Biblia popular de los judíos en la dispersión (1). Fue la versión que, por lo general, usaron los escritores del Nuevo Testamento a la hora de citar el Antiguo Testamento, y que hace al lector contemporáneo de la biblia sentir que las citas difieren cuando son leídas en el Nuevo Testamento y luego en el Antiguo, en las versiones contemporáneas que siguen los textos hebreos para el Antiguo Testamento (2). La calidad del griego varía de libro a libro. A veces es pulida y en otras ocasiones muy literal. No obstante, constituye una valiosa ayuda para los contemporáneos porque deja ver el sentido en que los traductores interpretaron las Escrituras hebreas, y algunas veces revela que hubo un texto hebreo notablemente diferente del que existe en la actualidad (1).
El incendio de la Biblioteca de Alejandría fue sin dudas, el desastre literario más grande de la historia, toda vez que hizo desaparecer numerosos manuscritos muy antiguos de la Biblia que, con toda seguridad, fueron consultados a la hora de sacar a la luz la versión Septuaginta. Pese a todo, el legado literario y científico de Alejandría perdurará con el tiempo.


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(1) Merrill C. Tenney. Nuestro Nuevo Testamento: Estudio panorámico del Nuevo Testamento. Edición revisada y aumentada. Grand Rapid. Michigan. Editorial Portavoz, 1989, pp. 36, 37.)
(2) Everett Wilson. Conferencias. “Nuevo Testamento”. La Habana, abril de 2007.


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