No hay un lugar mejor para el reloj que se atrasa que allí, donde el relojero. Por el mismo camino ¿a quién llevará su piano cuando perdió las armonías, sino al afinador?
La mascota va al veterinario, el auto al mecánico.
¿A quién llevaremos nuestra desvencijada existencia? Entregar la vida a Aquel que la creó, nada más coherente.
«Señor, ¿a quién iremos?» (Jn. 6: 68).
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