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martes, 13 de junio de 2023

«Mesa por medio» no solo es distancia física

El hablar natural, coloquial, nada es más efectivo en la predicación de púlpito. Esa predicación estirada de hermanos que deforman la voz dramáticamente, como si fueran tenores; o se pasan el mensaje entero con voz estruendosa, literalmente gritando; o esos que se vuelven una amenaza al auditorio, hablando desde los estrados mismos de la perfección, como si ellos no fueran objetos de tentación; tales cosas no son buenas y levantan un muro contra la aceptación del mensaje. A los jóvenes los asustan; a los «viejitos» como yo, que ya nos asustamos poco, nos mueve a mirarlos con cierta gracia, mientras les estamos diciendo en el pensamiento: «¿Por qué grita? ¿Está nervioso? Please, relax!

Ya bastante tenemos con un predicador antinaturalmente elevado en una plataforma, de frente a todos, y separado del auditorio por un púlpito que hace como de barricada. Sabe, cuando comencé el tercer año de medicina, ya en el área clínica, al hacer las prácticas en el cuerpo de guardia, nos explicaron que el médico sienta al paciente a su derecha en el lado derecho de la mesa, y no de frente, mesa por medio, para evitar sensaciones subjetivas de distanciamiento, como hace el papa con su inmensa mesa, cuando sienta al dignatario que recibe mesa por medio, imponiéndole distancia.

Barak Obama, que no es «santo de mi devoción», se sentaba en salas sin mesas con las personas que recibía, y como todo un campeón del rapport, adoptaba la misma posición que la persona a la que recibía. Vaya esfuerzo para minimizar la complejidad de la comunicación.

¿Será por todo eso que, en Azusa Street, durante el más formidable avivamiento del siglo XX, William Seymore sentaba a la gente en círculo, al mismo nivel que él?



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