El Evangelio es un escándalo, porque es mensaje urgente que se interpone en el camino de uno que va al infierno.
El Evangelio es un escándalo, porque ofende profundamente al orgullo humano: al ideólogo marxista llama «hijo de perdición», por cuanto «se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto» (II Ts. 2:4). Al rico capitalista anuncia «riquezas podridas» y «oro enmohecido» (Stgo. 5: 2, 3). Al homosexual llama «abominable» (Lv. 18:22). Al heterosexual promiscuo «echa fuera» del cielo, a la par de «los perros y los hechiceros» (Ap. 22:15). A la justicia de los más egregios magistrados y políticos llama «trapos de inmundicia» (Is. 64:6).
Ante Jesús, los habitantes de Nazaret «se escandalizaban» (Mr. 6:3). Más de una vez los que le oyeron tomaron «piedras para apedrearle» (Jn. 10:31).
Esteban escandalizó a los judíos y «dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon» hasta verlo morir (Hch. 7: 57, 58).
Pablo se movía de escándalo en escándalo. Levantó a un paralítico en Listra, y terminó apedreado y arrastrado fuera de la ciudad (Hch. 14:19).
Si no tiene una cicatriz, si nunca fue arrestado, escupido, empujado con violencia; si nunca lo orillaron con el más azufrado menosprecio, se lo diré frontalmente: ¡USTED NUNCA PREDICÓ EL EVANGELIO!
¡Pavorreales de púlpito! ¡Cortesanos! ¡Aduladores! Los tales deben saber que así describieron los de Tesalónica a la primera generación de cristianos: «ESTOS QUE TRASTORNAN EL MUNDO ENTERO TAMBIÉN HAN VENIDO ACÁ» (Hch. 17:6).
El Evangelio no es la caricia noble de los permisivos. El Evangelio es un insulto, una crisis, un derrumbe total de todas las escalas de valores, un rayo sacudidor que trastorna toda la tierra y un terremoto que se mueve en torno al escándalo mayor de la historia: el del Hijo de Dios muriendo crucificado entre ladrones, para que a gusanos miserables como tú y como yo, se les abriera un camino a la Salvación y la Vida Eterna.
No hay uno mayor. El escándalo más grande de los siglos es el Evangelio.
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