De Kant a Barth

Las Pruebas de la existencia de Dios son argumentaciones lógicas presentadas por la filosofía acerca del dogma principal de la religión: la existencia de Dios. Las tres fundamentales son: la prueba cosmológica (Dios existe como causa primera de todas las cosas, Platón y Aristóteles), la prueba teleológica (la armonía de la naturaleza es tan perfecta que solo puede ser explicada si se reconoce la existencia de un ser sobrenatural que le dio orden y mesura a todas las cosas, Sócrates y Platón), la prueba ontológica (en todas las personas se da el concepto de Dios como ser perfecto; ¿de dónde tomamos esa idea? Solo Dios la pudo poner en todos. San Agustín y Anselmo de Cantenbury.) (1)

Immanuel Kant se levantó contra estas pruebas de la razón humana al afirmar que Dios era un ser supraexperimental accesible al intelecto con existencia indemostrable (2). Karl Barth, en su mundo de neoortodoxia, fue, posiblemente, en esta dirección, el más eximio heredero de Kant, al acentuar la trascendencia de Dios. Para Barth, Dios “es siempre sujeto, nunca objeto”. Dios, es el “totalmente Otro” que es conocido sólo cuando nos habla. “No puede ser explicado, como puede serlo otro objeto cualquiera; uno solamente puede dirigirse a Él (…). No podemos hablar respecto a Dios. Sólo podemos hablar a Dios”. El gran tema de Barth, en oposición declarada al liberalismo, fue la “infinita diferencia cualitativa” entre eternidad y tiempo, cielo y tierra, Dios y hombre (3). En esta dirección el padre de la neoortodoxia se desequilibró al llegar a afirmar que Dios es tan “totalmente Otro” que no puede identificarse con las palabras de la Biblia. Al expresarse así estaba atacando la fiabilidad de la revelación especial en la Biblia.

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(1) M. Rosental y P. Iudin. Diccionario Filosófico. Editado por Ediciones Universo. 1973, p. 381.

(2) Ibíd.

(3) Harvie M. Conn, Teología contemporánea. s.f. Accedido: abril de 2009 http://www.ministros.org/Estudios/harvey_conn/indice.htm