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domingo, 30 de noviembre de 2025

El llamado, la cruz, la muerte

Nadie viene a Cristo sin tomar una cruz, sin experimentar una muerte cruenta a un pasado que parecía anclado a nuestro modo de vida para siempre. 

En El precio de la gracia (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2016, p. 56), Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), pastor, teólogo y profesor de la Iglesia Confesante Alemana, mártir de la Iglesia en la resistencia al nazismo, escribió: «Toda llamada de Cristo conduce a la muerte. Bien sea porque debamos, como los primeros discípulos, dejar nuestra casa y nuestra profesión para seguirle, bien sea porque, como Lutero, debamos abandonar el claustro para volver al mundo, en ambos casos nos espera la misma muerte, la muerte de Jesucristo, la muerte de nuestro hombre viejo a la llamada de Jesucristo»

Él no estaba sino parafraseando las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: «Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo» (Lc. 14:27).

El llamado es la cruz y la cruz es la muerte. 

 



 


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