Cierzos, así se les llama a esos vientos septentrionales (del norte), tan familiares en el interior de España y Francia. Ellos cambian según el lugar de donde vengan. Así pasa con el arte, su aprecio depende de la fuente y la espiritualidad de donde emanan. Por eso nadie puede decir: «Me gusta la pintura o la poesía». Ellas son como el cierzo, se disfrutan o se sufren según el camino andado para llegar hasta ti. Pueden compararse con la voz del elogio, tan bienvenida desde el alma limpia del amigo, tan molesta desde el espíritu cínico del enemigo.
Los cierzos de levante (noreste) son húmedos y cálidos, como los cuadros de Renoir. Los que vienen del poniente (noroeste) son secos y fríos, como la poesía de Jorge Guillén.
Cierzos..., qué distintos pueden ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.