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miércoles, 19 de noviembre de 2025

Nada más triste...

¿Cómo es que el mayor número porcentual de personas deprimidas no se registra entre los historiadores? ¿Cómo pueden leerse en profundidad los tenebrosos capitulos de la historia sin ver develarse fuentes de irreversibles tristezas? 

¿Qué escudo moral o sentimental cubre al historiador en tan aciago quehacer? ¿Cómo se escruta entre guerras genocidas, desvergüenzas de estado, mentiras pandémicas y fracasos, tantos fracasos? Porque la historia, más que todo, es la historia del fracaso humano, es el estudio de esa cadena que se prolonga hasta hoy desde los días en que los hombres dijeron querer ser como Dios y pusieron por empeño levantar la Torre de Babel para llegar a Él.

¿Refugiarnos en otras ciencias? Ninguna escapa a su propia historia. Y por frío que sea el campo del saber consultado vuelve a chirriar la cadena que recuerda la sombra que nos acompaña: la historia.

Nada más noble que aliviar el dolor humano. La anestesia... ¡Qué formidable descubrimiento! Pero no estudie su historia. Nada más triste que aquella lucha de patentes y reconocimientos que trajo tanta miseria, desgracia y luto a la vida de sus benefactores. Se lo dejo como tarea de clase. Goodman y Gilman hacen como nadie el trágico recuento en su manual de Farmacología.





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