Jesús dijo que es: «...angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mt. 7:14b,c). Nos dejó en tales palabras metáforas que significan:
Desde nuestra pobreza ver crecer las arcas de los impíos.
Renunciar a prosperar a expensas de perder la integridad.
Ser enterrados socialmente por las élites de la depravación.
Vivir apuñalados por infamaciones.
Sufrir bajo odios inmerecidos.
Bendecir a los que nos maldicen.
Orar por los que nos aborrecen.
Llega un punto en que la angostura de este camino del que Jesús habló, llega a ser tan restrictiva que nos preguntamos si podremos seguir. Nos anima entonces la convicción de que Él va delante. ¿Cómo lo sabemos? Hay una sola respuesta: el camino es Él.
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