¿Qué es plagio?
El plagio es pecado y es delito. Como todo robo y falsificación lo condena Dios. Como toda usurpación e irrespeto a la propiedad individual, lo condena la sociedad.
Plagiar es «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias» (1). Nada más deshonroso. Contra lo que los plagiadores creen, citar una fuente de información no quita respeto, todo el contrario, a la par que los ennoblece los protege cuando alguien enuncia un reclamo acerca del origen y la credibilidad de la información que da.
¿Citas es plagio?
Citar no es plagio. Transcribir un párrafo o una parte de la página de un libro, identificando su fuente: autor, nombre del libro (en cursiva), editorial donde se imprimió, ciudad y año en que se hizo la publicación, eso no es plagiar. En la medida en que crece la dimensión de la cita crece la potencialidad de un problema con el autor. En general, los escritores no se enojan si son tenidos en cuenta tras una moderada cita.
¿Qué extensión de la Biblia puede ser citada?
Aunque al lector le parezca mentira y al autor le resulte inaudito, los traductores de la Biblia inscriben, pagan y reclaman derechos de autor (copyright en inglés). Es un tema polémico, pero los escritores deben saber que los traductores bíblicos están protegidos por los límites de la legalidad contemporánea que confiere derechos a los trabajos de traducción de obra antiguas. De hecho, la mayoría de las traducciones modernas de la Biblia están publicadas con derechos de autor (2).
Algunos ejemplos de traducciones de la Biblia al español, con copyright (palabra inglesa para «derecho de autor») son:
o. Reina-Valera 1960™ (©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina; American Bible Society).
o. Reina Valera 1977 (RVR1977), (© 1977, CLIE)
o. Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995.
o. La Biblia de las Américas (© 1997, The Lockman Foundation).
o. Traducción en lenguaje actual (TLA), © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000.
o. Nueva Biblia de los Hispanos (© 2005, The Lockman Foundation).
o. Dios habla hoy ®, 3a edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
o. Reina Valera Gómez (© 2010).
o. Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010.
o. Nueva Versión Internacional®, NVI® (Castilian Version), (© 1999, Biblica, Inc.®).
o. Reina Valera Contemporánea ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2009, 2011 (3).
A los efectos legales de la American Bible Society, la versión Reina-Valera 1960, que es la principal versión bíblica en español está bajo las siguientes regulaciones:
o. El texto de la RVR 1960 se puede citar en cualquier forma (escrita, visual, electrónica o de audio) hasta quinientos (500) versos inclusive sin permiso por escrito.
o. Los versos citados no deben representar más del 50 % de un libro [o epístola] de la Biblia.
o. Los versículos no deben representar más del veinticinco por ciento (25%) o más del texto total de la obra en la que se citan (4).
El uso del RVR 1960 más allá de los límites anteriores requiere un permiso por escrito: The American Bible Society, 101 North Independence Mall East FL8 Filadelfia PA 19106-2112, EE. UU (5).
Las demás versiones de la Biblia tienen regulaciones parecidas.
¿Hay alguna publicación auténticamente original?
El renombrado escritor argentino, Ernesto Sabato, afirmó: «¿Qué, quieren una originalidad absoluta? No existe. Ni en el arte ni en nada. Todo se construye sobre lo anterior, y en nada humano es posible encontrar la pureza» (6). ¿Cómo definir entonces el margen entre lo propio y lo ajeno? El que escribe, particularmente a nivel académico, debe saber algo: será googleado (acépteme el neologismo, por favor). Los que revisan tomarán parte de su texto, y lo colocarán en la barra de Google, y usando el buscador comprobarán si hay documentos con textos similares en internet. Eso implica que, si no ha digerido los conceptos leídos y los enunciados usados con palabras propias, será descubierto. Implicará plagio; será grave.
Basado en eso es que algunos dicen que la auténtica originalidad es saber enmascarar aquello que se leyó y ahora se usa. No aconsejo tal «originalidad». Una cosa debe regir la redacción en una investigación, tesis, monografía o documento académico: si el que escribe no es fuente primaria, es decir, si no se encontraba en el lugar donde ocurrieron los hechos que cuenta, si con sus ojos no vio lo que ahora describe y narra, entonces debe de acotar la fuente de donde tomó la información. Una cosa contraria resta en mucho a la obra.
Cuando un escritor no da crédito a las fuentes de donde tomó la información, sus lectores, me refiero a los que saben leer, no le reconocerán como a un escritor serio. El propio escritor debe de celar la bibliografía como una parte importante de su libro. Hace algunos años, un miembro de una importante editorial de los Estados Unidos preguntó a la profesora de teología, María Landa, acerca de si era posible suprimir en un libro que escribió el acápite correspondiente a la bibliografía, la que encontraba era extensa. Quién fuera mi profesora de Metodología de la Investigación y de Teología de la Adoración en la Maestría en Teología Práctica de la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios, contestó: “Si no colocan la bibliografía, entonces no publiquen el libro”. El libro fue publicado con la bibliografía. Este es un modelo del celo que debe guiar al escritor si quiere ser respetado por los lectores.
Penalidades por plagio
Aunque las legislaciones de los países cambian por la forma en que contemplan el asunto debe decirse que el plagio tiene fuertes connotaciones legales que van desde altas multas hasta privaciones de libertad por años. Las universidades y facultades de teología contemplan sanciones altas para los estudiantes que incurren en tales faltas, que pueden llegar a la separación definitiva de la institución, sin derecho a reingresar nunca más.
Conclusiones
El uso de una obra ajena es plagio, y por ende implica sanción penal, cuando no se cumplen estrictamente los siguientes puntos:
a. Dar un reconocimiento claro al autor, o a los autores consultados.
b. Cuando el que escribió el nuevo libro aporta algo diferente a las obras consultadas.
c. Cuando la relación entre lo consultado y lo aportado es más o menos equivalente (7).
Se reitera que es honroso y conveniente citar una fuente. Da credibilidad al que escribe y produce confianza en el que lee, que podrá comprobar cuán seria fue la fuente que se usó al escribir. El investigador que publica, al acotar los orígenes de la información que da, mostrará una dosis saludable de respeto propio. También se protegerá a sí mismo ante reclamos de verosimilitud respecto a aquello que escribió.
Todo estudiante e investigador en general tiene el deber ético, legal y espiritual de citar las fuentes que usó.
“No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos” (Sal. 101: 7).
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(1) Artículo: «Plagiar». Diccionario de la Real Academia Española. Accedido:
(2) Omar G. Biblia del Oso: Sagradas Escrituras (1569), Versión de Casiodoro de Reina. «La Biblia y el Derecho de Autor». http://bibliadelososagradasescrituras1569.blogspot.com/2013/07/biblias-con-y-sin-derechos-de-autor.html Publicado: 23 de julio de 2013. Accedido:
(3) Ibíd.
(4) American Bible Society. «Copyright». https://americanbible.org/about/legal/copyrights Actualizado: 5 de noviembre de 2009. Accedido:
(5) Ibíd.
(6) Ernesto Sabato en “El escritor y sus fantasmas” (1963). Ver en: Michelle Amaya, Margarita Pérez y otros. Manual de citas y referencias bibliográficas. Cuarta edición actualizada. Universidad de los Andes. Vicerrectoría Académica. Ediciones Uniandes, p. XVI.
(7) Ana Laura Nettel Díaz. Derecho de autor. Sección: Artículos de investigación, p. 151. http://www.corteidh.or.cr/tablas/r32329.pdf 23 de octubre de 2018.
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