El apóstrofe tiene lugar cuando el orador o escritor se vuelve de sus oyentes o lectores, según el caso, y se dirige vehemente en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes, vivas o muertas, o a seres abstractos, a cosas inanimadas, o a uno mismo (1) (2). El apóstrofe y la prosopopeya (personificación) se acercan a veces.
Ejemplos bíblicos serían:
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (I Co. 15: 55). Son palabras del apóstol Pablo a los corintios.
“¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (II Sa. 19: 4). Estos son los términos desgarrados con que habla David, al conocer la muerte de su hijo Absalón.
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(1) Eric A. Lund, P. C. Nelson. Hermenéutica. Introducción bíblica. Sección 1. Miami: Editorial Vida. 1989, pp. 101, 102.
(2) Artículo: "Apóstrofe". Diccionario de la Real Academia Española. https://dle.rae.es/apóstrofe?m=form Accedido: 14 de febrero de 2022, 10:00 pm.
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