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miércoles, 16 de febrero de 2022

Los caminos donde te debilitas

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento (Mr. 12: 30). 

 

Nuestras fuerzas son un recurso limitado. Despiertas cada mañana con una cuota que está fijada para ese día, y no las debes gastar en batallas que no han llegado; mucho menos en las agitadas memorias de aquellas que ya pasaron. Jesús nos anima a administrarnos cuando dice: “Basta a cada día su propio mal” (Mt. 6: 34).

Por muchos caminos se malgastan las fuerzas. Algunos de ellos están relacionados con nuestro cuerpo, que es el Templo del Espíritu; son el sueño insuficiente, las malas comidas, los excesos, las fatigas… Otros están relacionados con nuestro espíritu; son las discusiones innecesarias, las conversaciones ociosas, los odios que nacen de las burdas enemistades, las malas lecturas, las escenas morbosas, las redes, los teléfonos… Son caminos que inducen penosas debilidades.

Dios solo pide una cosa, solo una, y es que lo ames con todas tus fuerzas. Pero ¿con qué fuerzas voy a amar a Dios si ya las gasté durante el día andando por tantos caminos que me debilitaron?

Para poder amarle como Dios pide que le ames, tienes que administrar tus fuerzas. Muchas cosas no parecen ser malas en sí, pero son caminos que debilitan, y Dios no reclama cualquier amor, sino uno que implica todo lo que somos.

No malbarates esas fuerzas limitadas con las que despiertas cada mañana. Adminístrate, para que puedas amar a Dios como Él pide que le ames.



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