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miércoles, 5 de julio de 2023

No lo podía evitar

En 1981, en en Instituto Superior de Ciencias Médicas "Victoria de Girón", en La Habana, por todo el primer año de la carrera, debíamos sostener cráneos, y describir sus relieves, oquedades y cisuras. Estudiábamos en equipo y la mesa se llenaba de cráneos de todos los tamaños y edades. Mis compañeros estaban concentrados en la Cisura de Rolando, el Agujero pisciforme, las órbitas y sus conexiones interiores. A la verdad no lo podía evitar; en una inevitable fuga de ideas decía para mí: «Dentro de este cráneo hubo memorias, sentimientos. Aquí se cobijó el recuerdo de un mar de experiencias que se extendieron desde las peores fobias hasta las más tiernas escenas de amor».

No lo podía evitar.



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