No hubo enseñanza más humanamente antitética para los que escucharon a Jesús aquel día: «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian» (Lc. 6: 27, 28).
Los rústicos pescadores y aldeanos que le rodeaban, y nosotros con ellos, pensaron: «No es posible... Las personas que nos odian no inspiran amor».
Tenían razón en lo humano. Tardarían tres años en verle morir en la Cruz por personas como tú y como yo, que no merecemos Su amor.
El amor de Él a nosotros, el amor de nosotros a los que no nos aman; es la Obra del Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.