Todas las culturas, desde la babilónica hasta la tibetana, desde la griega hasta la suramericana, tienen la memoria ancestral del primer diluvio. El mundo bíblico de Noé fue destruido por un juicio universal: «Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra» (Gn. 6:13). El mundo de entonces fue anegado y todo ser vivo pereció.
Hoy vivimos tiempos peores a los de Noé. Creció la violencia, el pillaje, la mentira; colapsaron el honor y la razón; casi se apagó la fe. ¿Por qué no ha venido un segundo diluvio si la culpa creció en límites inauditos?
Amigo: el segundo diluvio ya vino. Fue mayor que el primero. Alcanzó a toda la humanidad. Cayó sobre Jesús. Tuvo lugar en la Cruz.
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