Usé una ligereza con la palabra y el concepto mismo de pecado. Casi me reí con hilaridad a la par de los simples, los que, por años, ridiculizaron el término en la prensa plana y los espacios televisivos. Olvidé que «los necios se mofan del pecado» (Pr. 14: 9a).
Pecado; su expansión creciente «ridiculiza» al que lo señala como el mal visceral que destruye al mundo: «Porque la paga del pecado es muerte» (Ro. 6:23). El cine y las redes lo difunden; las agendas mundiales lo respaldan.
Casi me reí. Y una voz interior, muy profunda, me dijo: «El pecado es serio y triste; mató a mi Señor».
Así lo oí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.