Lo leí en algún lugar y me pareció hermoso, muy hermoso, como lo son las definiciones auténticas, que no se escriben con palabras, sino con la propia vida.
La sequía azotaba la región. Los cultivos peligraban, y todos los granjeros acordaron ir a uno de los campos centrales para orar por lluvia. «Oraremos con fe, y lloverá»; así se dijeron unos a otros, porque la fe es «la certeza de lo que se espera» (He. 11:1).
Se fueron todos aquella mañana soleada a cumplir su cita en aquel campo seco. Pero solo un niño llevó paraguas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.