¿Quién inventaría el reloj? ¿Quién haría un mal tan grande a la humanidad? ¿Quién desorganizaría de una forma tan cronometrada el tiempo? Debían juzgar a ese padre del apuro, fundador de las agitaciones, engendro enfermizo de la prisa.
Para dicha futura un día la pesadilla del cálculo minutario terminará. El apóstol Juan escribió:
Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más (Ap. 10:5, 6).
No hay dudas, el tiempo llegará a su fin, y con él, ese conjurado destructor del orden y la paz, que es el reloj.
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