Desaprender es el reto de la adolescencia tardía y posiblemente de toda la adultez. En el papel en blanco que fuimos al nacer, otros escribieron tantas cosas erróneas. Ahora, cuando tropezamos con la irrealidad de los pensamientos impuestos y con los torcidos patrones fijados, nos preguntamos: ¿cómo desaprender?
Qué difícil es volver sobre los pasos andados y reconocer que la pobreza de un Estado es planificada, y nunca viene del exterior; que el presidente que te señalaron como el mejor de los hombres no pasó de ser un monstruo; que un líder social puede ser un perfecto imbécil y un premio nobel de literatura, poco menos que un iletrado empujado.
Qué difícil es aprender que la vida es promovida por relaciones, y no por valores; que el gobierno de todo lo tienen el dinero y la codicia, que la gloria personal es más importante que la supervivencia de un pueblo que se dijo amar; que el amor solo existe en el corazón de las madres, y en la ilusión de los poetas.
Qué difícil es...
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