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sábado, 9 de agosto de 2025

No deje partir el tren...

De origen incierto perdura como una leyenda urbana: se anunció retraso en la estación para la llegada del tren y una mujer a la espera, sin más opción que la paciencia, compró un paquete de galletas, una soda y se sentó en uno de los espaciosos bancos del andén. Instantes después un joven se acomodó a su lado. Pronto la mujer advirtió que este tomaba una galleta del paquete, que estaba entre ambos, y con todo gusto la comía. Molesta, ella le espetó haciendo lo mismo. El joven le sonrió y tomó otra, lo que desencadenó una competencia silente de parte de la mujer que, molesta, alternaba su turno de comer con el joven. Llegó el momento, casi infantil, de la última galleta; el joven la tomó, la partió en dos y sonriente le dió la mitad a la mujer.
El sonido estridente de una sirena anunció la proximidad del tren. La mujer, mirando con seriedad al joven se levantó, se alejó de él en la dirección de su vagón, subió y se sentó. El tren partió y mientras los herrajes crujian y la formidable maquinaria se adentraba en los pasajes rurales sintió sed; abrió entonces su bolsa para buscar su soda y cual no sería su sorpresa: allí estaba, intacto, su paquete de galletas. Había estado comiendo de uno igual comprado por el joven. Tuvo de pronto el impulso de volver atrás y disculparse, pero ya había partido el tren...
La historia se repite en la vida de cada ser humano. Cuántas veces comprobamos nuestro equívoco y queremos reparar la injusticia que él mal entendido creó, pero, tristemente, no podemos; la gente se alejó o murió, o nosotros nos fuimos; en cortas palabras: el tren partió.
No, no dejes que el tren eche a andar y se aleje. Mira antes en derredor y advierte a cuánta gente que, tal vez odies, le debes insospechadas gratitudes. Lucha contra la desmemoria y contra esos penosos malos entendidos. «El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!» (Prov. 15:23). 
Quizá hoy debas abrazar al que tomó una galleta de lo que creíste era «tu paquete». Hazlo antes de que parta el tren. 



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